El Ama de Llaves Nammu se dirigió a la mujer que tenía al frente y dijo:
— Madame Institutriz, Su presencia es requerida en el salón principal, tiene alrededor de una hora y media para arreglarse como corresponde. Yo misma me encargaré de vestirla apropiadamente con este traje multicolor elaborado de sinabafas y holandas, luego también voy a maquillarla para el evento.
Cuando terminaron, la Institutriz se miró a un espejo y se vio hermosa, casi que parecía una Princesa de los cuentos de hadas.
Mientras se contemplaba, se escucharon los pasos de Kanisurra, la escolta de la Condesa, que entró al cuarto en donde estaban arreglando a la Institutriz, solicitó que las dejaran a solas y le entregó un tubo de los usados para tomar una muestra de sangre, bastante lleno, mientras le dió esta instrucción:
— Pase lo que pase, encárguese de entregar este tubo a la persona que se lo requiera, esté prevenida y use discreción, nadie debe saber que usted cambiara esta muestra por el original — la Institutriz oculto el objeto en un pliegue del vestido de modo que nadie pudiera notarlo
Acto seguido Kanisurra guió a la Institutriz por varios corredores hasta llegar al salón principal, cruzaron la puerta en donde habían dos guardias armados de hachas y le indicó que esperara sentada en un sofá.
A unos cuantos metros del sofá había una mesa grande, vacía. Al poco rato entro el Mayordomo el Señor Lugash que dijo con voz fuerte:
— Madame Agatha Marple, Baronesa de Quin
Se trataba de una mujer de unos 30 - 35 años, soltera, que entró acompañada de su Valet personal, un hombre alto, del mismo tipo que serviría como héroe de una película tipo B. La Baronesa tomo asiento en la mesa principal de modo que le daba la espalda a la Institutriz y el Valet se hizo a un costado cerca de la puerta.
— Su Señoría el Archimandrita Mountfacon y su asistente el Teólogo Don Ignatius Roncalli
Volvió a sonar la voz del Señor Lugash.
Nadie noto que la Institutriz bajo el rostro. Apenas se sentaron, la Baronesa se presentó amablemente ante los dos hombres, poniendo especial atención en Roncalli que sería más o menos un hombre de similar edad a ella.
— De la Policía Real, el inspector Carbonell y la Detective Ada Escualor
Anuncio esta vez la voz del Señor Lugash.
Dichos esos nombres la Institutriz dio un respingo y frunció el ceño, haciendo todo lo posible para que nadie notara sus gestos.
La pareja también se sentó en la mesa y comenzaron a entablar animada conversación con los otros comensales
— Todos de Pie. Su Majestad la Condesa Ninhursag Bathory
Retumbo de nuevo la voz del Señor Lugash y abandonó el salón discretamente.
En ese momento entro al Salón la Condesa rodeada de cuatro mujeres pelirrojas armadas con espadas, contrastaba la vestimenta de la Condesa con la de los demás presentes. Todos los invitados estaban vestidos con galas de fiesta, muy elegantes, en cambio, la Condesa se presento vestida muy informal en pantalón azul de mezclilla y una camiseta blanca, sin ninguna joya o adorno, además iba descalza.
Cuando tomo asiento la Condesa se dirigió a los presentes, de este modo:
— Estimados y distinguidos Invitados, usualmente les hubiera dado audiencias individuales a cada uno de ustedes, pero dado que mi agenda el día de hoy está bastante ocupada, preferí atenderlos a todos en una sola velada en donde podrán compartir la cena conmigo.
Una vez que todos dieron sus cumplidos de reciprocidad agradeciendo el tiempo de atención, la Condesa se dirigió a Carbonell
— ¿Señor Inspector, en qué podemos servirlos?
— Condesa Bathory, noso...
— Un momento Inspector, yo no soy una Bathory, tan solo me casé con uno de ellos, Mi apellido de Familia es el de Navarreta, prefiero esa usanza.
— Mis disculpas Condesa de Navarreta, el motivo de nuestra visita es a causa de la investigación que adelantamos para la Corona acerca del asesinato de los tres jueces del Reality
La Condesa examinó fríamente a la pareja de policías que tenía en frente, tomando algo de tiempo en responderles
— Disculpen la interrupción — se disculpó Roncalli — pero soy curioso y quisiera saber ¿quién es la dama sentada al frente mío en aquel sofá?
— Es la Institutriz de la Casa, La señorita Riga Cukurs — respondió la Condesa e hizo señal a Kanisurra para que llamara a la mesa a la dama en cuestión
— ¿Riga Cukurs? — pregunto con asombro el Archimandrita dirigiéndose a la Institutriz — si mi memoria no me falla, la buena de Riga es mucho más grande que el gorila del zoológico y quizás mucho más vieja que la sumatoria de las edades de todos los que estamos aquí reunidos.
Antes de que la Institutriz respondiera algo, la Condesa se apresuró a decir
— Efectivamente, ella es la protegida de la venerable Madame Cukurs
— Pero ¿no es esta Mary la sirvienta que esta mañana comenzó a trabajar de scullery? — interrumpió la Baronesa Quin con voz de mujer celosa
— Efectivamente, así ha sido, Querida Agatha, pero hemos notado que la dama es de mérito y la hemos promovido de acuerdo a sus capacidades — respondió rápidamente la Condesa
— Pues es una historia fascínate de superación y ascenso social — replico Roncalli, sin disimular que estaba deslumbrado por la belleza y presencia multicolor de la Institutriz
— Pues aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Con el vestido que le han puesto esta mujer parece más un payaso que una Institutriz — remarco con villanía la Baronesa
— El traje es mío —dijo la Condesa — yo misma lo seleccioné para la ocasión
— Los Cukurs es la última línea conocida del linaje del Bullho de Myrnos, ¿de qué manera podría comprobarnos tu institutriz su identidad?, me da mucha curiosidad — insinuó con sorna el archimandrita
— Lo mejor es que se le practique un examen completo de ADN, para salir de dudas — argumento la Baronesa Quin
— Sí, pero esas pruebas pueden tomar meses — aclaro Roncalli
— No es del todo cierto — intervino la detective Ada Escualor — precisamente porto en mi maletín una unidad de tratamiento de muestras genéticas, bastaría con que le tomara una muestra de sangre a la dama aquí presente y en menos de cinco minutos tendríamos resultados exactos e indiscutibles
— Por favor Riga, procede con las instrucciones que te indique la Detective Escualor — ordeno la Condesa a la Institutriz
La detective sacó jeringas y tubos de ensayo y en menos de lo que canta un gallo, le descubrió un brazo a la Institutriz y le saco al menos 3 centímetros cúbicos de sangre. A lo que la improvisada enfermera retiro la aguja, la Institutriz hizo una especie de gesto brusco y convulsivo con el brazo de modo que el tubito en donde se recolectó la sangre salió volando y fue a dar justo debajo del sofá. La Institutriz se disculpó por su torpeza y ella misma se agachó para buscar el dichoso receptáculo, cosa que hizo fácilmente y le paso de nuevo el tubo a Ada Escualor, nadie noto que la mujer había cambiado las muestras según la instrucción que había recibido de Kanisurra.
— Estimados déjenme introducir esta muestra en mi analizador y así conoceremos el resultado — anuncio Ada mientras operaba el sofisticado aparato.
La máquina vibro e hizo ruidos por unos momentos y al rato comenzó a imprimir una tira de papel perforado, que todos miraron con curiosidad, Ada lo tomo y dijo:
— ALERTA, CIRCULAR ROJA DE INTERPOL. (STOP) MUESTRA CONCUERDA 98% CON ARCHIVOS DE LUPIN ADLER. Alias la Araña, La Princesa de los Ladrones. (STOP). Sujeto extremadamente peligroso. Máxima cautela es requerida.
En ese mismo momento entro con cara angustiada el Señor Lugash y anuncio con voz grave y solemne:
— La Esmeralda Bathory ha desaparecido, ha sido removida de la corona de su majestad la Condesa de Navarreta.
— ¡Víbora en mi pecho! — grito con rabia y asombro la Condesa mirando directamente a la Institutriz que estaba como aturdida por los acontecimientos
— Inspector Carbonell proceda a detener a la ladrona — ordenó la Baronesa Quin
— Un momento — expresó el Archimandrita con voz severa — Los asuntos de la casa Myrnos son Jurisdicción de la Fortaleza, en ese caso la delincuente deberá venir con nosotros
— No es del todo correcto — indicó Carbonell — siendo un anuncio de Interpol la custodia de la sospechosa es asunto de la Corona, por tanto, la Inspectora Ada procederá a la captura de Alias La Araña
— No, mil veces No. Se requiere de orden judicial para que la Policía del Reino haga la captura, y ustedes no poseen una, de modo que yo misma procederé a encargarme de la ladrona y la enviaré a las mazmorras de la mansión — indico completamente encolerizada la Condesa.
— ¡A por ella Kanisurra! — masculló la Baronesa como haciendo eco de la Condesa
La esgrimista se movió rápido, blandiendo su espada en dirección hacia el corazón de la Institutriz, pero el Valet de la Baronesa Quin que había estado como un zombie a todo el barullo, no supo hacia donde moverse y termino estorbando las acciones de Kanisurra, que no se había fijado que el caballero se le atravesaba, no pudo corregir a tiempo y termino tropezando contra la humanidad del Valet, cayendo como un árbol recién cortado, se estrelló contra una de las patas del sofá y quedo completamente inconsciente.
La Institutriz que viendo la oportunidad se preparaba a escapar, esta vez fue interceptada por la detective Ada Escualor que se movió más rápido que el rayo, rauda y veloz le puso esposas dejándole ambas manos en la espalda y de paso anunció:
— La orden de captura también fue impresa junto con el resultado del examen, luego ya es oficial la custodia de la escurridiza ladrona. El Inspector Carbonell me ayudará a trasladarla a la estación de Policía.
Y dichas esas palabras la pareja de Policías, se despidieron de los presentes, abandonaron la casa y subieron los tres a la patrulla en la cual habían venido a la Mansión Bathory, y desaparecieron en el complicado tráfico de la ciudad.
— ¿Qué es lo que ocurre aquí?, tienen 30 segundos para soltar la lengua — dijo en tono amenazante la Institutriz que quedo en el asiento trasero de la patrulla.
Al mismo tiempo los policías se quitaron unas pelucas y cierto maquillaje
— ¡Boris y Doris! — exclamó la Institutriz — nunca pensé sentir tanta alegría en verlos, cinco minutos más en esa casa y estaría muerta o quizás peor, torturada en las mazmorras, sé lo que ocurre allí. Ahora bien, comprendo que Doris ocupó mi lugar, pero ¿en dónde está Carbonell?
— Ada, ¿estás segura de que no te envenenaron en esa casa?, ¿no te diste cuenta?, Carbonell también estaba encubierto, pues no es otro que el torpe Valet de la Baronesita antipática. —replicó Doris
— No es veneno, lo que ocurre es que el hábito si hace al monje, necesito vestirme de Ada Escualor, necesito pintar mi cabello de rojo y usar mis gafas oscuras para ver claramente estos asuntos.
Al escuchar eso Doris le paso las gafas a Ada y cuando esta se las puso dejo escapar una lágrima por el ojo derecho.