Hace varias décadas Zaida estaba tomado clases en la escuela primaria, no alcanzaba a tener siete añitos y ya se aburría cuando tenía que tomar el curso de matemáticas, así que para pasar el tiempo decidió comenzar a dibujar un corazoncillo en su cuaderno de notas, mientras el profesor había dejado un complicado ejercicio aritmético para que lo resolvieran los alumnos, lo que no se había dado cuenta la tierna Zaida es que el profesor estaba detrás de ella y este sin duda alguna procedió a decomisar el cuaderno y anuncio a la clase, con voz grave y melodramática:
— Si estamos en clase de matemáticas, no es para que alguien se tome la libertad de pintar en el cuaderno. ¿Qué tal que un día venga un Inspector del Ministerio de Educación y encuentre que los alumnos están haciendo dibujitos en vez de hacer números?
Al escuchar semejante declaración la carrera de artista no solo de Zaida, sino la de muchos otros chiquillos quedo de cuajo cortada.
Sin poder hacer mucho Jacinto Rubio, que estaba enamorado de Zaida, palideció y comenzó a borrar de su cuaderno un dibujo de un superhéroe que había hecho tiempo atrás, no quería que el Inspector lo descubriera.
Pasaron algunos años y la pasión y cuerpos de Zaida y Jacinto crecieron casi que al mismo tiempo, solo que Pablito, el hijo de la panadera, también estaba inclinado a ser más que amigo de Zaidita, así que un día estos dos principiantes en las lides del amor colisionaron en la hora del recreo, Jacinto y el Pablito se agarraron en una feroz pelea, cada uno con los ojos cerrados lanzando puños y patadas a diestra y siniestra y algunos incluso daban en el blanco. Se formó un corrillo de alumnos alrededor de ellos y todos gritaban: ¡Dale más duro! ¡Así se hace!, ante tanto escándalo y sin saber como, Camargo, que era Vicerrector apareció y agarro en cada mano por una oreja a los combatientes, y se dirigió al tumulto de chismosos:
— Están prohibidas las peleas, ¿Qué tal que un día venga un Inspector del Ministerio de Educación y encuentre que la gente se está liando a trompada limpia? y dicho esto se los llevo del patio de recreo a las oficinas de la rectoría.
Era un patrón común multiuso que les servía a los profesores para zanjar cualquier problemilla en la comunidad estudiantil, si algún muchacho tenía el pelo largo, rápidamente era amonestado con estas palabras: ¿Qué tal que un día venga un Inspector del Ministerio de Educación y encuentre que los niños se parecen a las niñas?
Pablo recordó también el día en que Zaida, estaba leyendo un libro de Ken Follett, llamado "La Clave está en Rebeca", pero de repente apareció el maestro de Castellano y Literatura, y sin mayor ademan le dijo: ¿Qué tal que un día venga un Inspector del ministerio de Educación y encuentre que nuestros alumnos no están leyendo a los clásicos y si a autorcitos de novelitas populares? Y sin agregar otra palabra, procedió a incautar el material delictivo.
O por ejemplo el día en que Zaida y Jacinto se pusieron de acuerdo y se escaparon del claustro educativo para verse en la tienda de la esquina. Con tal infortunio que había dos docentes en el mismo lugar, los vieron y de inmediato los arrestaron, contándoles la siguiente historia:
—Cuando yo era estudiante, dijo Don Alcidez Góngora, profesor de religión. — En mis tiempos si uno se escapaba del colegio, de inmediato el Jefe de Policía llamaba al Ministerio de Educación, y un Inspector buscaba en todos los garitos y billares hasta encontrar a los evadidos y en menos de dos horas lograba capturar a los alumnos prófugos y los dejaba a cuenta del Rector y de los padres de familia. A lo que agregó el consabido: ¿Qué tal que un día viniera un Inspector del Ministerio de Educación y encontrara que una parejita de alumnos se había escapado a comprar dulces en la tienda de la esquina?
Pasaron varios años y Jacinto comenzaba a inquietarse, el Inspector nunca llegaba, sin embargo mantenía limpios sus cuadernos, llevaba cabello corto, evitaba peleas y nunca se evadía del colegio, era un alumno ejemplar.
Sin embargo un día vio que había bastante ajetreo y movimiento en la oficina del Rector, habían comenzado a pintar todas las aulas semanas antes, se hicieron reparaciones, y todo el panel de profesores y personal administrativo estaba vestido con las mejores galas, se había recibido noticia de que el Ministerio de Educación por esos días iba a enviar un Inspector al Colegio a hacer visita sorpresa. Hasta el personal de limpieza y aseo se esmeró y no había ni el mínimo asomo de un papelito o mugre en el piso, los pasillos del colegio estaban impecables y brillantes.
Pasaron los días, semanas, meses y años y nada que llegaba un Inspector a escarbar en los cuadernos de los alumnos o a mirarles el largo del cabello o a capturar a los evadidos, al cabo del tiempo se graduaron Jacinto, Zaida y el Pablito. Estaba tan feliz Pablito, que se matriculó en la Universidad de Contaduría, allí nadie le mencionó palabra alguna de Inspectores y ya se le había vuelto un recuerdo difuso hasta que un día al comienzo de su primer trabajo cometió un error y su Jefe le llamo la atención de este modo:
—Pablo, el crédito no se lleva en el débito, ¿Qué tal que un día venga un Auditor del Ministerio de Hacienda y encuentre que estamos llevando mal las cuentas? Desde ese día Pablito nunca más cometió un error en el trabajo.
CONCURSO DE RELATOS, XXIV EDICIÓN: REBECA DE DAPHNE DU MAURIER
Jajajaja,... muy divertido tu relato. Creo que voy a tomar nota del argumento y utilizarlo de vez en cuando...
ReplyDeleteCreo que has superado el reto y te felicito por tu relato.
Mucha suerte!
Hola Hugo. Ingenio, ironía y humor medido (o desmedido)
ReplyDeleteUna sátira en toda regla contra lo establecido, y es que los estamentos oficiales son la lexe, siempre vigilantes dispuestos a multarnos si nos salimos de las normas vigentes.
Muy bueno, Hugo.
Un divertido relato construido a partir de una serie de anécdotas que permanecen aún vivas en nuestra memoria colectiva de esos tiempos de la infancia, adolescencia y luego mucho más recientes, en los que siempre existió algún tipo de excusa, como esta que da título a tu historia: Fantasma del Ministerio y que siempre ha servido de excusa para reprimir conductas despreciables o rebeldes.
ReplyDeleteComo profesora también puedo decirte que has sabido describir muy bien el ambiente escolar y las divertidas escenas que nos muestras, como la pelea en el patio del recreo.
El círculo de esa "persecución" fantasma culmina con el desenlace para robarnos alguna que otra sonrisa.
Felicidades y mucha suerte.
Un abrazo.
Bien contada esta historia. Que sufrida la existencia de Pablito.
ReplyDeleteDe Zaida se han contado historias.
Saludos.
Hola, Hugo! Soy Beri. Muy divertido tu relato. La narración tiene una frescura fuera de lo común. Por cierto, el título le viene al relato como anillo al dedo. Muy buen trabajo. Un abrazo.
ReplyDeleteGracias, Hugo, por participar con este relato en el homenaje a Daphne du Maurier y Rebeca. Un abrazo y suerte!!
ReplyDeleteHola Hugo. Siempre se dice eso, o por lo menos, nos lo han inculcado de ese modo, es decir, "has esto o si no vendrá el coco", y por mucho que varíe la frase, la esencia es la misma. Muy imaginativo y divertido, has sabido plasmar las obsesiones de la infancia, así como los rifirafes.
ReplyDeleteMe gustó mucho.
Mucha suerte y un abrazo.
Cuídate de la furia del Inspector.
ReplyDeleteSaludos,
J.
Siempre te van a decir lo que hacer... quizá se pueda zafar algún día de eso pero requiere cierta valentía je... saludos
ReplyDeleteEl Inspector Invisible amargó a generaciones enteras.
ReplyDeleteMientras todos le temían él seguramente estaba durmiendo en su despacho.
Saludos.
Hola, Hugo. Pues, sí, un relato muy ingenioso y my divertido. Creas mucha expectación con ese inspector que atemoriza y nunca llega y haces que la historia se lea con una sonrisa en los labios. Muy buen reto. Felicidades.
ReplyDeleteQue vendrá el coco... esa amenaza tan presente en nuestra memoria colectiva cobra protagonismo con bastante ingenio en tu relato. Felicidades
ReplyDelete¿Que viene el cuco! Excelente y con un humor que viene de maravilla siempre.
ReplyDeleteÉxito y felicidades.
Hola, Hugo. Yo veo aquí el reflejo de una enseñanza castradora y aborregante que consigue crear Pablitos, Zaidas y Jacintos que continuarán la especie y el método. No está mal la crítica. Saludos.
ReplyDeleteJajaja ese inspector parece argentino XD buen relato Hugo.
ReplyDeleteSaludos desde Plegarias en la Noche.
Un viejo presidente, inspector y maestro de por aquí solía explicar la importancia de la puntuación y la gramática con estas dos variantes:
ReplyDeleteEl inspector dice, el maestro es un idiota.
El inspector, dice el maestro, es un idiota.
Digo esto para sumar al museo de la confusión
Abrazos!
A veces olvidamos cómo influyen las experiencias de nuestra infancia cuando pasan los años en nuestra madurez. Creo que de forma muy amena y divertida, así como construyendo una atmósfera muy acertada nos regalas una historia entretenida a la vez que pedagógica. Me ha gustado tu relato Hugo.
ReplyDeleteSuerte en el Tintero de Oro.
Uhhhhhhh jajajjajajajjaja Hugooooooooooo me has traido a la cabeza lo que se dice por aqui todo el tiempo en relacion a las visitas de los inspectores del ministerio!!! jajajaj y luego...pues... no pasa naranja!! todo funciona bien solo ese dia que "hay que mostrar" lo bueno que va todo...
ReplyDeleteMe hiciste reír mucho con tu relato!!
Pobrecitos esos niños/ adolescentes... dios mio!!! jajajajaja
¡Caray! Un texto muy ameno, in crescendo (hasta que nos estalla a todos en las manos tras el tránsito de toda una vida de Pablo) y que produce empatía porque la sensación en nuestras respectivas educaciones en las legendarias mocedades, poseen un déjà vu al respecto con anécdotas similares. ¡ H u g o, Bravo!
ReplyDeleteHola, Hugo. Nos presentas un relato ingenioso e imaginativo, haciendo presente la ausente y figura del inspector cuya amenaza latente quedó grabada a fuego en la memoria del protagonista. Por su temática y estructura, recuerda un clásico cuento costumbrista o una singular fábula con moraleja: lo que más miedo da es aquello que no se ve, porque estimula la imaginación desbocada.
ReplyDeleteMucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.
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ReplyDelete¡Hola, Beri!
ReplyDeleteUn texto que deja a flor de piel las sensaciones y sentimientos con esos recuerdos de la infancia, y eso la hace más entrañable. Pobre Pablito la travesía que tuvo que pasar con sus estudios académicos. Y pobre Pablo, para rematar se encuentra de nuevo con la famosa frase del inspector! 🤣
Un abrazo y suerte!
¡Hola, Hugo! ¡Qué manera de meterles el miedo en el cuerpo! Muy ingenioso relato, muy bien narrado. A los que somos contables, nos queda un poco de temblor... Auditor de Hacienda ufff.
ReplyDeleteUn abrazo
Hola Hugo. Ese inspector, igual que el "hombre del saco" o el famoso lobo del cuento popular, siempre acompañará nuestras vidas, a la espera de cogernos con la guardia baja.
ReplyDeleteUn relato cargado ingenioso cargado de humor. Te deseo mucha suerte en el Tintero
Creo, al leerte, que has escrito todo un relato satírico dirigido a una sociedad trasnochada en la que las normas eran insoslayables, todo cuadriculado sin lugar a improvisaciones ni imaginación. También recuerda a esos regímenes totalitarios donde el dictador es el que marca con sus propios y egoístas criterios, el funcionamiento general de la ciudadanía. Por último me ha traído a la memoria ese libro titulado-Un mundo feliz- del autor Aldous Huxley.
ReplyDeleteUn abrazo y suerte con el concurso.
Creo que todos nos podemos identificar con tus personajes y resulta muy agradable la historia. El final irònico nos hace sonreìr. Muy bueno!
ReplyDelete¡Qué buen relato de un tema que nos es bastante conocido! Ameno y divertido. Me ha encantado leerte o más bien, escucharte porque has logrado eso que quisiéramos conseguir todos cuando escribimos un relato, que el lector sienta que le estamos contando la historia. ¡Felicidades por ello!
ReplyDeletePobres niños atormentados con el dichoso inspector y luego de adultos la misma canción. Ya solo faltaría que Jacinto hubiera aprobado la oposición para el ministerio de hacienda como subinspector 😁
ReplyDeleteDivertida historia nos has contado a costa de sus atemorizados protagonistas.
Saludos y suerte 🖐
Un relato con moraleja y que viene muy a cuento del tipo de educación que estamos dando a nuestros hijos, aunque algunas cosas empiezan ya a cambiar muy lentamente. Los educamos como si fueran máquinas de producir y consumir en el futuro, olvidando fomentar su creatividad. Ojalá ese futuro tan negro de tu relato no tenga continuidad en la vida Real. Mucha suerte y un abrazo, Hugo.
ReplyDeleteQue divertido el relato, un argumento muy original como para tener en cuenta en caso de emergencia je je je . Lo cuentas de forma amena y con toques a una enseñanza a la antigua con unos cánones impuestos desde el principio.
ReplyDeleteUn abrazo Hugo y suerte
Puri
Hola, Hugo. Tu texto me ha recordado a la fábula aquella del aviso-amenaza, pero también a la historia que vivimos los que ya tenemos una edad cuando "casi todo" era pecado; en aquellos casos el infierno era nuestro particular inspector, ¡qué tiempos!
ReplyDeleteBien llevada la evolución temporal en el relato, me ha gustado.
Te deseo mucha suerte en "El Tintero", compañero, y te envío un fuerte abrazo.
Muy divertido, Hugo. Fiel reflejo de cómo vivimos, de como nuestras alas se van cortando por la sombra de un mal que nunca llega. Mucha suerte, un saludo.
ReplyDeleteHola Hugo, gracias por dejarme tu comentario. Me he divertido de lo lindo pensando que era esa "no presencia", una amenaza continua. Incluso ocurre en la actualidad. Yo he estado dando clases de formación, y el director amenzaba que podría venir el inspector. Nuuuuuca vienen. Y es así,ciertos funcionarios se lo pasan más agustito en sus oficinas. Un abrazote compañero por este rato de realidad confabulada con los niños.
ReplyDeleteAl traernos hasta El Tintero esta original historia de atemorizar a niños me he sentido tratada como tal ajajajaja!!, y me ha gustado! Vaya pedazo de relato nos dejas.
ReplyDeleteUn saludo y suerte!
Es como cuando en la mili venía el general. La semana anterior iba todo el mundo de cabeza.
ReplyDeleteMuy bueno y divertido relato.
Un abrazo.
Un relato de lo más original, Hugo. Le has puesto grandes dósis de ironía y humor para hacer crítica a la educación estricta, casi asfixiante basada en normas.
ReplyDeleteUn abrazo compañero
Un relato de lo más original, Hugo. Le has puesto grandes dósis de ironía y humor para hacer crítica a la educación estricta, casi asfixiante basada en normas.
ReplyDeleteUn abrazo compañero
Muy bueno! Me he sentido como el protagonista, yo también dibujaba en mis cuadernos (más o menos lo sigo haciendo) y tenía un profesor al que llamábamos el Ratón porque se acercaba sigiloso por detrás y hacía un ruido con la boca, como ¡Ñiiic!!! cuando te pillaba en falta. Aun lo sueño.
ReplyDeleteSaludos.
Borgo.
Feliz Navidad🌟 !
ReplyDeleteHola Hugo, un relato muy ingenioso. Me ha gustado mucho. La ambientación que creaste en torno a esos niños, ingenuos y fácilmente manipulables, fue de diez. He disfrutado la lectura. ¡Felicidades por el trabajo y mucha suerte en el Tintero!
ReplyDeleteUn saludo.
Excelente relato, digno de ser considerado a análisis. Una sociedad donde el manejo de la disciplina estaba condicionado a la amenaza, pero a pesar de todo, somos una generación de personas honestas y en cambio hoy, vamos viendo que la permisividad ha llevado a un libertinaje y antivalores en algunas sociedades, por supuesto, porque hay culturas que aún permanecen inviolables a sus normas disciplinarias. La norma y el poner pautas nos ordena y nos enseña a coexistir con otros. Me reí mucho, porque fui de esa generación del coco, del Director o el Ministerio que si hoy acá amenazaras con que vinieran te aseguro por lo menos en mi país, lo amenazados serían ellos jajaja. Saludos cordiales desde Puerto La Cruz Anzoátegui Venezuela. Feliz Año Nuevo.
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