Ada Escualor se despertó tarde. La dosis de pervitín que había tomado le permitió dormir al menos unas dieciséis horas. No había nadie a su alrededor; sus compañeros la habían acomodado sobre la mesa de la sala de juntas a modo de cama. Todos habían tenido que partir para asistir a una conferencia de prensa ofrecida por el alto comisionado de la policía y Madame Agatha Marple, Baronesa de Quin.
Se sintió algo extraña al principio. Reflexionó sobre si habría sido o no conveniente asistir a la dichosa conferencia, cuando recordó algo importante: Aún tenía en su poder el traje de Arlequín con el que la había vestido la Condesa. Se le ocurrió que podría inspeccionar el atuendo con más detenimiento, por si lograba descubrir alguna pista.
Regresó al lugar donde lo había dejado. Se desnudó y volvió a ponérselo. Supuso que, si meditaba con la prenda puesta, podría entrar en algún tipo de viaje místico, como si el traje fuera un sucedáneo de ayahuasca, y de alguna manera lograra fundirse con la mente del asesino. Llegó a pensar que el traje la transportaría a una dimensión nueva en donde vería todo claramente. "¿Me convertirá este traje en una heroína o en una asesina?", se interrogó a sí misma. Tenía también la duda de si un arlequín era diferente a un payaso y en especial especulaba que se sentiría vestirse como uno de ellos usando una prenda tan delicada y fina.
Pasaron un par de horas, pero no ocurrió nada. Solo pensaba, una y otra vez, en lo que podría salir mal para Carbonell durante la conferencia. Sus pensamientos no le permitían captar la esencia mental de los anteriores portadores del traje. Respiró profundamente y, al cabo de un rato, se quedó dormida. Algo soñó, pero al despertar lo olvidó de inmediato.
Un poco decepcionada, se quitó el traje y lo dejó ordenado junto a las demás evidencias. Se quedó mirándolo unos segundos; se le ocurrió revisarle cuidadosamente las costuras, porque, como es sabido en los cuentos y relatos detectivescos, siempre hay alguna pista minuciosamente colocada en lugares caprichosos. Quizás en algún pliegue secreto habría un microchip o algún mensaje encriptado, dejado allí por los pérfidos sirvientes de la Condesa. Ada revisó con especial esmero, por el derecho y el revés de la costosa prenda. Pero esto era la vida real: el traje era solo una pieza de tela, eso sí, bastante bien elaborada y con materiales muy sofisticados. Ni siquiera tenía algún olor en especial.
Sin embargo, arrancó algunas hebras de distintas partes para analizarlas más adelante con sus amigos de la unidad forense en Puerto Industrial, pues comenzaba a desconfiar de la capacidad de sus colegas del equipo de la Capital.
Se le ocurrió pensar que quizás la prenda en sí no era la pista clave para desvelar todos los misterios de la muerte de los tres jurados del reality, pero si la Condesa lo había elegido para ella, quizás lo mejor sería interrogarla. Esta vez no iría encubierta: lo haría como la Detective Ada Escualor. Mejor aún, haría que la Condesa tuviera que salir de su fortaleza. Tramitaría un citatorio para cuestionarla cara a cara en su propia oficina de la estación de policía.
Hace rato no escribia sobre el caso de los Jueces del reality, pero quiero terminar toda esa historia, tal vez poniendole empeño me tome otros 4 años llegar al final.
ReplyDelete=)
DeleteMe gusta este episodio.
ReplyDeleteBuen plan el de Ada. Parece que fueron positivas las horas de sueño.
Saludos.
Muy probablemente, le falto recitar algún conjuro o invocación arcana, por ventura necesario para que los dones ocultos del atavío se manifestasen en su ser.
ReplyDeleteBuena estrategia.
ReplyDeleteSi le sobra Pervitín que me lo envíe.
Saludos.
¿Dónde se consigue ese pervertín? Ja, ja, ja. Ay, lo que daría por dormir, aunque fueran 6 horas seguidas, Jose.
ReplyDeleteNo es mala idea ponerse el traje de nuevo, a veces pasa, un olor, un sonido, y la mente viaja a otro lugar que está escondido en el recuerdo.
Un abrazo.
A lo mejor hay algún tipo de datos o mensajes secreto encriptado visualmente en el diseño del traje. Una especie de QR de rombos y colores que contenga el plan de los malos jejeje. Un abrazo
ReplyDeleteProbaría ese medicamento y nada mas despertar, escribiría mis sueños antes de que se olvidaran.
ReplyDeleteUn saludo de Buscador
Al igual se le pasó algún recoveco del traje, quizás esas hebras le digan más de lo que espera... Un abrazo
ReplyDeleteUy te salió genial. Buena estrategia, eres muy imaginativo. No se me ocurrió crear ese medicamento. Te mando un beso.
ReplyDeleteEsto no es solo narrativa, es arqueología textil mística. Qué maravilla esa escena en la que Ada se viste con el traje de Arlequín como si fuera una llave chamánica al subconsciente del crimen. Me ha hecho reír y sospechar al mismo tiempo.
ReplyDeleteMe encanta cómo juegas con la frontera entre lo fantástico y lo meticulosamente realista. Y ese cierre con citatorio formal suena a que se viene tormenta con la Condesa... ¡Aquí seguiré, atento a la próxima pista (o hebra suelta)!
Es mío el comentario, pero le di muy rápido. Saludos
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