Una pelirroja, uniformada de policía y con gafas de sol, interroga a un sujeto maniatado en una oscura bodega. El prisionero, amordazado, viste apenas una camiseta y calzoncillos blancos. Su rostro se ve sudoroso y algo magullado; tiene algunas salpicaduras de sangre. La mujer, con una porra en mano, lo circunda como un halcón acechando a su presa.
Se detiene frente al desdichado y le espeta: "Tienes hasta la medianoche para escribir un microrelato aceptable".
El escritor fija la mirada en el reloj analógico de la pared, que marca justo las doce, e inhala aliviado. La oficial capta de inmediato el pensamiento del hombre. Ella misma verifica su reloj digital de pulsera y sonríe con frialdad: "Hoy es el día en que se atrasa una hora el reloj, así que eso me otorga sesenta minutos adicionales contigo".
La luz se extingue. A lo lejos tan solo se escuchan los gritos y lloriqueos del pobre hombre.
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El tema de esta semana es el cambio de horario.
Puedes ver todos los detalles y otras participaciones siguiendo este enlace.
Un cambio de hora intrigante con esos sesenta minutos extras, donde quizá nada es lo que parece. Saludos
ReplyDeleteMadre mía, qué apuro el del pobre escribidor 😅. Si hasta parece que la propia musa se le ha plantado en plan guardia civil para pedirle cuentas. Muy de nuestro siglo esto de que los personajes cobren vida y vengan a darnos collejas por no escribirles a tiempo... ¡Ya ni en la bodega tiene uno paz, caray!
ReplyDeleteTe tengo que decir que me ha parecido muy corto, me he quedado con ganas de más, creía que ibas a empezar a contar el microrelato, y cuando veo que no sigues digo pero bueenoooo. Jolines, podías continuarlo. Lo encuentro intrigante. Pero no imagino cómo puede seguir.
ReplyDeleteQue tengas una feliz tarde.
Un abrazo.