La casa de seguridad



Se despertó sobresaltada solo para darse cuenta de que estaba en una habitación en penumbra, había un hedor insoportable en el ambiente. No sabía como había llegado allí, pero reconoció  que el dulzón olor provenía de ella misma, intento vomitar sin éxito, las patéticas contracciones estomacales la hicieron palidecer y sudar frío.

Tanteo a calmarse tal como le habían indicado en años de entrenamiento policial, respiro calmadamente tratando de serenarse y con cuidado observó el ambiente, estaba orientandose un poco cuando noto que una especie de sombra maligna se acercaba reptando hacia donde ella. Parecía vagamente un ser humano al cual le faltaban las piernas.  Se dispuso a pisotear aquella alimaña siniestra y esta al verse en peligro le dijo:

—¡Por  aquí, Calaverita!  — emitiendo un tono de voz muy similar a la de una cotorra enferma

Ada Esculi se detuvo, solo una persona en el mundo la había llamado de ese modo, y por demás hacía ya varios años que no escuchaba el incómodo apelativo

— ¡Por  aquí, Calaverita!  — volvió a indicarle la misteriosa figura con voz de cotorra, mientras iba reptando hacia unas escaleras que conducían a un nivel más abajo de donde estaban

Un poco entre intrigada y desconfiada la dama siguió a la figura a través de la estancia e iniciaron juntos el descenso escalón a escalón, pesadamente, cada uno guardando distancias. El camino terminaba en una puerta cerrada.

"El cotorra", grito repetidamente ¡Calaverita!, ¡Calaverita!

Del otro lado de la puerta se sintió que quitaban algún pesado cerrojo mecánico y a lo que se entreabrió la puerta, Esculi se sorprendió con lo que veía.

El cuarto era un comedor con una amplia mesa y varias sillas de lujo, rodeado de lo que parecía una especie de centro de cómputo del siglo XXXII, lleno de monitores, cables, luces, y diversa tecnología posiblemente extraterrestre o sacada de un libro de ciencia ficción, aunque la marca de todo claramente era  IBM, pero más se sorprendió al identificar a la persona que estaba en frente suyo.

 — ¿Será posible esto, estoy soñando? ¿Pero cómo?

— Ada, mi hermosa niña, que bueno que ya has despertado

Ella se le abalanzó para abrazarlo, no podía creer lo que estaba viendo

— ¡Heracles!  Pensé que habías muerto en la explosión, ¿cómo diablos llegaste aquí?  — continuo diciendo ella sin dejarlo de abrazar de pura felicidad. Y de repente se sacudió bruscamente, porque noto que algo no iba bien. Con horror se dio cuenta de que el abrazo no era correspondido, no por falta de afecto, sino porque el caballero no tenía sus extremidades superiores, en su lugar habían dos grotescos muñones mal vendados.

— Mi ayudante, el Señor Watson Puaro y  yo logramos sobrevivir al bombazo gracias a la inesperada ayuda de un  amigo en común que quiero presentarte.

Ada noto que en el espaldar de la silla que estaba más cerca se asomaba el tope de una cabeza. No tuvo que indagar mucho porque la persona que ocupaba la silla la giro y rápidamente se dirigió hacia ella.

— ¡Carbonell! 

Iba en lágrimas a abrazarlo pero se detuvo en seco a indagar:

— Espero no estés también cercenado o que te falte algo importante

— No, querida mía, estoy sano y salvo, listo para ... — no alcanzo a terminar la frase porque Esculi le estaba telegrafiando con rabia un jab de izquierda, que de no eludirlo terminaría por arrancarle la cabeza

 — Pedazo de imbécil —¿por qué no me dijiste que estabas vivo, que clase de jueguito estúpido se traen ustedes entre manos?

— Todo tiene explicación mi querida Detective Ada Esculi  — dijo Carbonell con el tono en el que un padre hablaría con su hijito que apenas comienza a caminar

— Pues comienza soltar la lengua, Inspector Carbonell  antes de que yo pierda la paciencia y te deje igual o peor que a estos dos caballeros. Explicame todo, sin omitir detalle alguno

— Cuando ocurrió la explosión en el Hotel Francés, yo ya estaba por salir del edificio, así que no me paso nada, pero hábilmente me devolví para poder investigar que estaba pasando y ayudar a los sobrevivientes, tome las escaleras y encontré al Inspector Cluzo y a su ayudante Puaro casi medio muertos, los reconocí, me los puse a la espalda, cuando llegue al subterráneo en donde estaban estacionados los automóviles del hotel, por recomendación de Puaro tomamos uno que no era de ninguno de nosotros. El mismo Puaro nos dio las indicaciones para llegar a esta "casa de seguridad".

— ¿Eso es todo? ¿No recuerdas alguna cosa en particular que ocurriera antes de la explosión?

— Me crucé con una mujer que me dejo su carta de visita

— Espero que no sea tan bonita como yo. ¿Y qué decía la tarjeta?

— Es una cita, para el jueves en Industrias Ishii

— Eso quiere decir que tienes 48 horas 

— No. Por el contrario, Tú iras a la cita, recuerda que oficialmente ya estoy muerto — dijo con aire de pesadumbre el heroico inspector

—¿Y fue en la explosión que ellos quedaron brutalmente mutilados? — Dijo 'Calaverita' como para cambiar la conversación

— Bueno, ummm, cuando los recogí del edificio estaban más sanos que un irlandés

—No entiendo explícate.

—Apenas llegamos aquí si bien estaban completos si parecían un poco atontados por la explosión, tuve que ponerlos a mis espaldas a los dos y al entrar al cuartucho de arriba, sin querer, las piernas de Puaro rozaron un clavo oxidado de una pared, seguramente tenía alguna bacteria, yo creo es una cepa agresiva del Clostridium Perfingirus.  Se puso muy enfermo al rato, la herida se le gangrenó y decidimos con Cluzo que había que operar de emergencia para salvarle la vida.

—¿Y los brazos de Cluzo? 

—El culpable en ese caso fue el C-Difficile, parece este lugar está contaminado por toda clase de superbacterias, no puede uno bajar la guardia y herirse  mínimamente, tenemos que salir de aquí lo más rápido posible, todos cuatro.

—¿Pero exactamente qué ocurrió?

—Cuando Cluzo intento encender el centro de cómputo, algo hizo chispas y le quemo un poquito las manos, yo se las amarre con  algunos trapos que estaban en el basurero a modo de vendajes, pero los esfacelos se fueron deteriorando rápidamente, no más ayer para salvarle la vida me toco operar de nuevo en emergencia.

— Creo no hay mayor problema, conozco un médico científico que puede regenerarles completos los miembros, se trata del Doctor Moreau Salamander. Incluso no más a partir de la cabeza podría hacer brotar un cuerpo entero —dijo con tono optimista Esculi.

Al escuchar esto último tanto Cluzo como Puaro dieron un respingo y empezaron a tragar saliva

— Muy bien, hagamos lo siguiente: Tú te encargas de bañarte y arreglarte un poco, que falta te hace, y vas con los de Industrias Ishii y yo buscare al tal Salamander para que deje nuevecitos a nuestros amigos Cluzo y Puaro  — dijo el Inspector mientras comenzaba a ojear el serrucho de carpintería, que era todo el equipo médico del que disponía.

— Me parece perfecto, manos a la obra, que el tiempo apremia — exclamo llena de alegría Esculi —le dio un beso delicado a Carbonell y abandono lo más rápidamente posible el lugar, cuidando de no irse a herir en ninguna parte.

Cuando por fin volvió a estar en la calle, pudo escuchar a lo lejos algunos gritos de horror y se sintió un poco apesadumbrada de perderse la diversión y no poder asistir a Carbonell en la cirugía, sintió algo de envida, aunque sonrió jovialmente.

Anteriores:

Noche Etilica

Mister Lobo

Imagen:

The Hostile Hospital by Lemony Snicket

7 comments:

  1. Gran episodio de reencuentre entre pareja de detectives, que es pareja en más de un sentido. Está muy descrita la emoción de Ada.
    Es muy interesante la intriga que se viene. Muy bien contado.

    Saludos.

    ReplyDelete
  2. Los detectives, con esas dotes para imvestigar.

    Muy ameno.. Un abrazo

    ReplyDelete
  3. Los detectives siempre mejor en pareja. Un abrazo

    ReplyDelete
  4. Me parece oír futuras campanas de boda entre Esculi y Carbonell.

    Saludos.

    ReplyDelete
  5. Menudo episodio de reencuentros. ¡Me ha encantado! Por cierto, menudo doctor capaz de regenerar un cuerpo entero a partir de la cabeza... se forraría por aquí. Esperando para saber más de la historia. Besos :D

    ReplyDelete
  6. Me recuerdan salvando las distancias a Bogart y Bacall, y eso me emociona literaria y cinematográficamente hablando. Tu pulso amenísimo sigue manteniéndose firme como las dotes cirujanas de Carbonell. El "beso delicado" que ella le dio al final, tiene más sensualidad y más gracia que el ósculo más explícito. Creo que Ada Esculi estaría encantada de leer estas páginas tuyas.
    ¡Que pases , H u g o, un buen finde semana con tus "Deberes" tan supremamente bien cumplidos!

    ReplyDelete
  7. Qué buen personaje del género de detectives postmoderno tienes en Ada.ENsartas y ensartas como cuentas de camándula tus episodios, entre post y post? Para no darle respiro al lector.
    Un abrazo. Carlos

    ReplyDelete

Xilotismo

—¿Es esta la tumba del abuelo? —preguntó bastante conmovida Helena. —Sin lugar a dudas, esta es. La única con lápida de madera, tallada como...