Estando en el Iglú la compañía completa se instaló para tomar un descanso mientras se escuchaba a lo lejos el cañoneo de nuestras tropas con las del ejército ruso. Como de costumbre, Porta se acomodó en el mejor de los sitios. La mayoría de nosotros saco nerviosamente un cigarro mientras escuchábamos las distintas proezas que cada soldado contaba acerca de las damas que había conquistado. Yo los escuchaba sin realmente poner atención a lo que decían, de pronto Hermanito se dirigió a mí y preguntó — ¿Y tu Campesino tienes alguna damisela que te espera en casa? Súbitamente, los ojos de todos los que se encontraban allí se clavaron en mí esperando a conocer mi respuesta, si yo mentía se darían de inmediato cuenta, aunque a decir verdad todos allí sonábamos falsos o contábamos las historias escuchadas a algún otro soldado, reciclando relatos. — Zelma, se llama Zelma — respondí con aire entrecortado — es una chica especial, sin mayor historia de hombres — Vaya, tenemos una virtuosa — d
Comments
Post a Comment