El Archiduque Valier estaba completamente desesperado y sumido en una gran tristeza. Se le comprende: su hija, la famosa Paula Valier había aparecido muerta junto con los otros jueces de un Reality de TV. El Archiduque no estaba contento con las investigaciones que la policía local adelantaba para esclarecer el confuso y siniestro incidente, de modo que decidió contratar los servicios de un Investigador Privado. Tomo su teléfono celular y sostuvo la siguiente conversación:
— ¿Mister Lobo? Soy yo. Necesito que contrates al mejor equipo de Investigación Criminal. Quiero que me traigan las cabezas de los culpables de la muerte de mi hija.
— Se hará como usted ordene — Replico una voz fría e impersonal al otro lado de la línea
Al siguiente día, como ya se le estaba convirtiendo en rutina, el Inspector Carbonell, decidió pasar al Hotel Francés, lugar en donde varias semanas atrás se encontraron los tres occisos. Se dirigió a la habitación en donde se había alojado el difunto Simón de Santillana quien fuera el Juez principal del programa. Normalmente la habitación estaba vacía y únicamente personal policial tenía acceso al recinto, pero la mañana de hoy fue diferente: El sitio estaba plagado de gente que Carbonell no reconocía. Al menos 15 personas estaban allí.
El Inspector no alcanzó a preguntar quien y que diablos quería toda esa partida de extraños, cuando se dio cuenta que un hombre que parecía ser el líder de los demás se dirigió hacia él.
—Inspector Carbonell, lo estábamos esperando. Soy Heracles Cluzo, junto con mi socio aquí presente, el Doctor Watson Puaro, hemos sido encargados por la Corona para esclarecer el caso de la muerte de Paula Valier.
Cluzo era un hombre apuesto ya entrado en años, quizás de unos 60 o 65 abriles, era bastante alto y corpulento, que a pesar de su edad se notaba que aún conservaba una figura atlética y llena de energía, solía hablar con voz potente y segura. Puaro era completamente diferente, de baja estatura, joven y de aspecto débil y sin aplomo.
— Precisamente en este momento estamos a punto de recoger muestras de sangre, saliva, uñas, piel, cabellos y de cualquier otro fluido del cuerpo humano, de ese modo podremos identificar no solo el ADN de la víctima sino también en lo posible el ADN del asesino y de cualquiera que este implicado en estos oscuros menesteres — anuncio Cluzo, como si el mismo se tratara de un presentador de televisión y continuo vociferando— Poseemos los medios más avanzados y sofisticados para analizar e identificar las muestras. Nuestra experta la señorita Fermi procederá a recoger la evidencia.
La señorita Fermi era la anciana aseadora del Hotel, a lo que escucho el llamado de Cluzo entro arrastrando un carrito lleno de traperos, esponjas, jabones y toda clase de artefactos con el fin de cumplir con su ardua labor. Hábilmente saco una escoba y un recogedor y se puso a barrer la alfombra en donde claramente estaba señalado el sitio en donde se hizo la diligencia de levantamiento del cadáver. Luego de que estuvo segura de que todo estuviera limpio y correcto, procedió a tirar la valiosa carga en la misma bolsa negra de basura que había utilizado para limpiar el resto del edificio. La dama se movía tan rápido y con tal gracia que nadie noto que ahora tomo un trapero, lo remojo en aguas negras y dijo con aire de experta:
— Se procede a recoger muestras del ADN sanguíneo —con lo cual comenzó a repasar el trapero en el manchón de sangre que había en la alfombra y cuando termino allí, paso también el artilugio por las manchas que estaban en las paredes. Cuando se vio que había terminado su cuidadosa labor se escuchó la voz de Cluzo, que decía:
—Señorita Fermi, por favor proceda a transmitir las muestras a nuestro super sofisticado laboratorio de investigaciones forenses en Industrias Ishii.
—La anciana dama procedió a meter el trapero en la tasa del inodoro, lo batió y escurrió varias veces hasta que vio que el material quedo limpio y finalmente soltó el agua unas tres veces, diciendo con solemnidad: "Inicio de transmisión de muestras del ADN sanguíneo".
Acto seguido agarró la bolsa negra de la basura y la lanzo por la ventana, con tal precisión que cayó exactamente en el contenedor de un camión de basuras que pasaba por allí, "casualmente".
—Las muestras han sido enviadas al laboratorio — indicó la anciana aseadora — por tanto procedo a retirarme de la escena del crimen.
En ese mismo momento Puaro se acercó a Cluzo y le dijo algo inaudible en el oído. Entonces Cluzo aclaro la garganta fuertemente y dijo: "Señorita Fermi también necesitaremos quedarnos con el trapero y la escoba, por si aún quedan trazas del ADN del asesino allí".
—No es necesario —replicó la interpelada —Ya he transmitido cuidadosamente toda la evidencia recogida en esta escena del crimen.
—Por favor, insisto — dijo firmemente Cluzo, haciendo gesto de pocos amigos y al mismo tiempo Puaro se dirigió hacia la anciana para arrebatarle los delicados instrumentos forenses. Siguió un forcejo entre el diminuto hombrecito y la anciana, el uno jalando hacia un lado y la abuela hacia el otro. Finalmente ella cedió, diciendo galantemente — Muy bien, procedan a la incautación del material forense— mientras le pasaba amablemente a Puaro una escoba, un trapero y algunas esponjas llenas de jabones.
Una vez que la dama vio que ya estaba libre recogió el resto de sus implementos y arrastrándolos salió por la puerta, sin siquiera despedirse.
Ya en el pasillo y donde ninguno en la habitación podía verla, hizó una llamada telefónica:
— ¿Mister Lobo? — El operativo está hecho.
—¿Tiene usted en su poder las muestras del ADN?
— Así es, y no sin gran peligro. Cluzo intento decomisar mi material, pero finalmente sin que se dieran cuenta les deje unos traperos y escobas diferentes a los que yo use para este encargo.
—Excelente, señorita Fermi, siempre tan eficiente, yo me encargo del resto.
En la habitación una vez que la anciana especialista en recolección de ADN salió, Carbonell cayó en cuenta que no había nada que hacer allí, las técnicas, recursos y metodologías del equipo de detectives privados obviamente eran superiores a lo que la Policía pudiera proporcionar. Procedió pues a despedirse de Cluzo.
Recorrió al pasillo, tomo el ascensor, bajo 40 pisos y cuando salió, se tropezó con una bella mujer de cabellos negros que portaba un pesado maletín y que a todas luces llevaba bastante afán, ella le dijo: "Buenos Días, Inspector Carbonell" mientras discretamente le paso una tarjeta de negocios. Antes de que Carbonell pudiera reaccionar, la mujer tomo el ascensor, cerro la puerta y comenzó la labor de ascenso.
Carbonell miro la tarjeta, que tenia el logo de un Lobo y esta decía: Doctora Josefina Mengele, Jefe del Departamento Forense de Industrias Ishii -Ofc. 666. Y al respaldo estaba escrito a mano: "Este jueves a las 9:00 am."
Mientras Carbonell organizaba sus pensamientos, cayó en cuenta que el equipo de Cluzo no estaba en la habitación correcta, sino que todo el tiempo hicieron el operativo en el cuarto de Santillana y no en el de Paula Valier. Iba a retornar a las habitaciones para advertirles el error cuando escucho una fuerte explosión, la onda de choque lo lanzo varios metros hacia atrás. Alguien se había tomado el trabajo de borrar el piso entero en donde habían muerto los 3 Jueces del Reality.
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