La sopa de los goliardos de Caledonia



¿Y así es como en Caledonia se recibe al extranjero?

La pregunta era bastante importante dado que quien la hacía estaba parado en un patíbulo con una gran soga rodeándole el pescuezo. Otros dos bribones estaban en exactamente la misma situación que el parlanchín, del cual parecía que aquel que más hablaba era el líder de la banda y se dirigía a un furioso comité de caballeros muy severos que no estaban dispuestos a escuchar bufonadas.

El anciano Alcalde de Caledonia, Don Abraxas, que para más señas era uno de los cuatro hijos bastardos de la Gran Duquesa de Caledonia, la misma que cuando descubrió riquezas inmensas en sus dominios se declaró independiente del Reino de los Santillana (como en aquellos días se le decía a la Aragca del Norte), movimiento que fue apoyado de buen agrado por la Corona Inglesa y con todo gusto despacho de Londres 3 naves bucaneras para 'vigilar la paz' de los hermanos Aragquenses. Sentianse pues muy cómodos los gobernantes de Caledonia pensando en como amasarían grandes fortunas, tierras y títulos sonoros, cuando por el Sur, llegaron sin ser invitados los ejércitos del Principe Valier con el fin de preservar la Unidad del Reino.

De todos pues es conocida la historia, Caledonia cayó en fiera y desigual batalla, los bucaneros se perdieron en alguna isla del caribe en donde había bastante ron, indias y mulatas. Las tierras de la Gran Duquesa se repartieron entre los ejércitos triunfantes de los Santillana por el Norte y sus Aliados los Valier por el Sur, dejando pues una minúscula provincia, ahora pobre, humillada y sin riquezas con las cuales resurgir algún día de la penuria.

Y allí pues sin decir palabra alguna el Alcalde, levanto la mano derecha, gesto que el Verdugo de la ciudad miro fijamente, alistando a su vez la mano que haría funcionar la misión de aquel patíbulo.

Ya iba a bajar el brazo el sabio anciano, cuando su consejero de nombre Arimanius, le dijo algo inaudible al oído.

Los que iban a ser ahorcados no alcanzaron a escuchar muy bien que deliberaban las autoridades que los estaban condenando, pero sintieron cierto alivio cuando el Alcalde indico con un pequeño gesto al Verdugo que no activara el mecanismo que habría de lanzarlos al otro mundo.

— Lo que ustedes han hecho es una falta muy grave, pues abusando de nuestra hospitalidad han cometido grandes abominaciones ante los ojos del Creador. Más, sin embargo, piedad aún queda en nuestros corazones y solo dos de ustedes sufrirán purificación — asevero con voz de mando el viejo Alcalde y con otro gesto imperceptible ordeno al Verdugo liberar al principal de los bribones, el cual de modo rápido y preciso, quito la soga al desdichado parlanchín y de un buen empujón lo hizo aterrizar ante los pies del comité de notables.

No termino de caer el bribón, cuando comenzó a arrastrarse hacia los Notables mientras iba lanzando expresiones de agradecimiento ora a la Providencia, ora al Alcalde. Como fuera acercándose mucho al noble Anciano, Arimanius le dio un puntapié como para que recordara quien era el que estaba al mando y quien el que iba a ser ejecutado.

El Alcalde entonces se dirigió a la multitud que se había reunido ese día para ver el espectáculo de justicia

— Que no se diga que en Caledonia se obran injusticias, pues no es de mortales condenar a muerte de bribones y asesinos a un Noble que ha jurado alianza con el Rey de Santillana.

Al escuchar nombrar el título más sagrado de Aragca todos en la muchedumbre comenzaron a hacer rápidos gestos religiosos y se preguntan exactamente que quería decir el sabio Alcalde.

Porque si bien Caledonia en ese momento era una provincia menor y derrotada, en la mente de la gente sentían que su suerte era muy merecida por haberse declarado rebeldes contra el mismísimo Ungido de los dioses. Total fue la Gran Duquesa la que había cometido la traición con los Ingleses y no el pueblo de Caledonia que siempre vio al Rey como un padre bueno y bondadoso por el cual todos aún estaban vivos.

Para acallar los murmullos crecientes que se suscitaban entre el populacho el Alcalde hizo algunos gestos teatrales para contener el chismorreo y continuo su discurso de este modo:

— El Hombre que esta aquí a nuestros pies, no es cualquier goliardo buscando sopa gratis entre la bondad de nuestras posadas.

Si bien es cierto que el creador en su bondad lo ha dotado de grandes talentos para el canto y la música, igualmente el enemigo ha puesto palabras abominables en sus poemas.

De todos es conocido que una vez que este miserable y sus amígotes llenaron la panza comenzaron a cantar versos que no son del agrado de los oidos de los hijos de Caledonia. Quizás al sur en donde viven los Valier o en el norte en donde viven los Santillana, canciones manchando el precioso nombre del Doctor Lutero sea cosa piadosa, pero aquí en Caledonia guardamos respeto a tan iluminado hombre de Dios.

Sin embargo, nos hemos enterado de que el hombre  aquí postrado ante nuestros pies no es un sacerdote, ni clérigo, ni monje vagabundo, sino que se trata del segundo Hijo del Marqués Segismundo Miura.

De nuevo al escuchar el nombre la gente comenzó a murmurar porque no sabían exactamente de quien se trataba, pues en realidad los paisanos apenas si conocían a sus propios Nobles y Gobernantes locales.

El viejo Alcalde sonrió pues había conducido hábilmente con su discurso aquel complicado lance, volvió a hacer sus gestos teatrales y continuo:

— Desde hace siglos la casa de Los Miura juraron alianza con Vil Valier, y desde entonces han mantenido el pacto de fidelidad acudiendo en ayuda del Reino del Sur cuando estos lo han solicitado.

(La muchedumbre comenzó a lanzar abucheos y algunos tomates a los condenados)

—Caledonia no es tierra de asesinos, sino tierra de clemencia, es por esto que se ha decidido perdonarle la vida a este hijo de Dios. — volvió a anunciar el Alcalde

— Sin embargo, los cargos a los cuales responden estos tres pícaros son graves, pues cantar blasfemias conlleva a la más estricta justicia. De modo pues que sus dos acompañantes deberán acudir al tribunal de Dios hoy mismo —pronuncio esas palabras mientras hacia un gesto claro y comprensible para el verdugo que se aprestó a justificar su presencia en aquella fatídica jornada.

Fue allí cuando el Parlanchín (ahora convertido en hijo del Marqués de Miura ) volviendo a tomar la palabra imploro la atención del Anciano

— Perdone Noble Alcalde a este miserable siervo, pero estoy en la obligación de comunicar que el más flaco y pequeño de mis acompañantes no es mendigo, ni un bribón cualquiera, pues no es otra sino la misma Aoede, Hija menor del Visir de la Nueva Andalucía.

Dichas esas palabras ahora no solo la muchedumbre comenzó a bramar sino también el comité que presidían Don Abraxas y Arimanius, todos los presentes se interrogaban llenos de asombro ante aquello último que acababan de escuchar.

Tanto así que el viejo alcalde se desmontó de su caballo y se tiró al piso, rasgo sus vestiduras y se echo tierra en los cabellos mientras sollozaba y se quejaba con las siguientes lamentaciones:

— Mis pecados han despertado la furia del creador, pues que mayor castigo que hacer enemistad con los aliados del mismísimo Rey de Aragca.

Arimanius que ante la situación aún mantenía sangre fría hizo gesto al Verdugo para que liberara con todo cuidado a la recién descubierta dama y se dispuso a confortar a su señor con el siguiente discurso:

— Guarde su señoría de sentirse en tristeza, pues sabia es la providencia que ha traído a estos mendigos hacia nuestro país. Pues estos miserables pordioseros no son otros que los hijos más nobles de nuestros soberanos a los cuales Caledonia ha ofendido en el pasado. Sirva pues la piedad de su Excelencia para perdonar la vida de unos herejes blasfemos y restablecer sagrada alianza con nuestros Hermanos del Norte y del Sur. He aquí pues una ocasión de bendición para lo que alguna vez fueron los prósperos dominios de los Grandes Duques de Caledonia y de ese modo restaurar el nombre y territorios que nos fueron otorgados por el que murió en la cruz.

El discurso fue efectivo pues la muchedumbre asustada ante tanta palabra se arrodillaron y también bendijeron aquel día.

— Sin embargo, aún queda un tercer bribón, que por lo que sabemos de su aspecto exterior no es hijo de Sangre Azul. Que su muerte apaciente a los cielos pues graves han sido las palabras sacrílegas que han salido por boca de este apóstata.

A lo que Aoede intervino también en súplica diciendo:

— Que sus majestades y señorías no castiguen a nuestro hermano en desgracia, Dagan de Marcel, pues este no es otro que mi ayo, que por costumbre es un eunuco dedicado y consagrado al estudio de los textos sagrados de la antigüedad, siendo pues por tradición un Alquimista y Astrólogo en formación. Y desde tiempos antiguos ni siquiera los reyes de Babilonia se atrevían a tocar a los de su clase so pena de grandes maldiciones y castigos por parte del Gran Arquitecto que nos vigila desde el Tercer Cielo.

Y ante esas palabras ahora no solo el alcalde se había rasgado las vestiduras sino la misma muchedumbre e incluso el hábil Arimanius.

Comprendiendo el Alcalde que más locura no podía ocurrir aquel día, volvió a tomar la palabra indicando lo siguiente.

—Grandes desgracias han traído este trío de monjes errantes a nuestra casa que en inocencia quiso brindar lo mejor de nuestras hospitalidades,  sin embargo más grande ha sido la sabiduría de la Divina Providencia en revelarnos las identidades de los tres vagabundos ahora convertidos en hijos de las cunas más altas del Reino junto con un hombre dedicado a estudiar la santa palabra.

—No queda otra que hoy, aquí mismo acepten pues ustedes nobles visitantes la hospitalidad de mi propio palacio en donde se les dará alimento, podrán asearse y tendrán las vestiduras propias de sus linajes y dignidad — sin embargo, puntualizo — según la Ley divina son reos de sacrilegio y blasfemia, por tanto, aun así están sometidos al dictamen de las altas autoridades de estas Tierras, que por ventura soy yo Mismo, Don Abraxas IV,  Hijo de la Gran Duquesa de Caledonia y decreto que sea el Hermano Dagan quien oficie la Boda y Alianza de las casas Miura y la Nueva Andalucía, de modo que en el futuro a su vez sus hijos recuerden este acto de humildad y justicia y del mismo modo levanten todo falso cargo en contra de las tierras que vieron nacer a mi Santa y Noble Madre: Inanna Orleans de Braganza, La más adorada Gran Duquesa de Caledonia.

Y esa fue la leyenda que se ha contado por siglos acerca de uno de los reinos más pequeños que conformaron tiempo después a la Aragca que hoy conocemos, saliendo de entre esos territorios misteriosos, varios héroes y príncipes de renombre.

Ver Mapas y Escudos de Aragca



Duelos Literarios

 — Aló, Hola Juliancito, Amor quisiera verte, hoy mismo, quiero mostrarte algo y conocer tu valiosa opinión

— Claro que si linda, no hay problema, tomo el bus y en unos minutos llego a tu casa

Minutos después el chico arriba a casa de su amada, ella lo estaba esperando con ansiedad. En la sala de aquel palacio, ella tiene lo que parece un piano muy antiguo, quizás sea un clavicémbalo o un clavicordio, (es un tanto difícil precisarlo). Ella se sienta en frente del instrumento mientras le pasa unas hojas escritas a mano en excelente caligrafía.

— Acabo de componer este texto, me he divertido mucho escribiéndolo, todavía nadie lo ha leído y quisiera que antes de publicarlo en mi blog tú lo revisaras por si hay que corregirle alguna cosa en especial

Juliancito toma las hojas y comienza a leer mientras la hermosa chica inicia a tocar una bella melodía llamada: "Le Rossignol en Amour" en una interpretación tan exquisita que haría sentir orgullosa a la misma Wanda Landowska e incluso hasta hacerle sentir algo de envidia. El texto que los ojos de Juliancito tenía enfrente decía lo siguiente:

— Hola Amor, mira lo que encontré: en esta cajita tengo varios muñequitos todos ellos chiquitines, pues el más alto no mide más de 10 cm. SI querido mío, son tus personajes me he atrevido a invitarlos a mi mundo, a mi mente. 

La dama toma al azar uno de ellos y lo coloca en una habitación en donde no hay NADA excepto la soledad de 4 paredes blancas, techo y piso del mismo color.

El caballero que ha sido depositado en ese solitario, pero bien iluminado lugar, se encuentra algo confuso, de repente escucha una voz femenina salida de ningún lugar, que le dice

— ¿Cuál es tu Dios?

El caballero allí depositado, duda, no sabe exactamente que responder, tan solo deja salir un tímido ¿Qué? ¿En dónde estoy? ¿Quién me habla? ¿Quién soy?

Pero al ver tanta indecisión e inseguridad, la Diosa, se enoja, y al personaje allí depositado de repente comienza a inflársele la cabeza de tal manera que se le estalla y el blanco del lugar queda en contraste manchado de rojo por todos lados, el cuerpo sin vida del desdichado cae al piso dejando un gran charco de sangre.

— oh, Julián y ¿ese era el héroe de tus historias? Bah, que aburrido. Veamos si tu heroína tiene más carácter y fuerza, ¿creo es esta que es detective?

La clavicembalista toma otro de los muñecos, que se ve es una mujer de complexión atlética con cara de facciones bellas no obstante de actitud  severa.

Apenas queda depositada en la habitación junto al cadáver de lo que con mucha imaginación fue un ser humano, al ver tan abominable escena, la detective comienza a gritar de horror, pues ha reconocido que los despojos que allí están son los de su particular Romeo. Se puede sentir el pánico de la dama, en su desesperación ella intenta encontrar como salir de aquel extraño cuarto, quiere escapar. De repente queda de pie, paralizada y escucha una voz potente que con autoridad le increpa:

— Hola belleza. ¿Vez lo que le ocurre a aquellos que no me aceptan como Diosa? Póstrate ante mí y vivirás.

Es en ese preciso momento cuando la audaz detective comienza a entender, la rabia y el dolor le hacen gritar con fuerza.

— NUNCA lo haré. 

— No esperaba menos de ti, querida,  peor para ti. Aquí, soy yo la que mando, la que todo controla, quieras o no terminaras adorándome y amándome.

El cuerpo de la detective comienza a convulsionar levemente, ella siente que hay una fuerza controlando sus piernas, forzándola a arrodillarse, puede percibir que hay una voluntad malévola decidida a hacerla postrar. 

Cuanto más resiste la detective, más se sonríe la Clavicembalista. Pues sabe que tarde o temprano la voluntad de su cautiva se debilitara.

Juliancito que ha estado todo el tiempo siendo espectador del atroz espectáculo intenta ayudar a sus personajes y cuando trata de atacar a Zaida, para liberar a la detective, se da cuenta de que poco a poco la Diosa se ve más y más grande. Sin saber como, el pobre Juliancito ha quedado reducido a un diminuto hombrecito del mismo tamaño que sus personajes. Y es cuando escucha la voz de Zaida que dice gritando:

— ¡Mamá! Hay una cucarachita en la sala, ¿qué hago?

— Bueno, solo tienes que aplastarla y luego tírala por la tasa del baño — se escucha la voz de la madre que también responde a gritos, desde la planta superior de aquella casa.

— Pero el baño quedo inservible porque el abuelo amaneció hoy con diarrea.

— No importa mi nena, tira el bicho allí y suelta el agua para que todo quede limpio

Al escuchar tan infame conversación Juliancito como puede comienza a buscar algún hueco en donde esconderse mientras sin saber como, va evitando los gigantescos pisotones que sin mayor contemplación Zaida intenta darle a tan singular insecto.

Cuando por fin pudo ver una rendija en la pared en donde refugiarse e intenta correr hacia ella, tuvo la mala suerte de ser capturado en una copa de cristal que Zaida encontró para evitar que su cucaracha siguiera corriendo libremente.  

Y como hija obediente se dirigió al baño mancillado por el abuelo, recinto abominable que apestaba a enfermedad estomacal y allí sin vacilación alguna lanzo al molesto bicho junto con los recuerdos del paso del anciano, soltó el agua y  quedo todo  limpiecito de molestias. Impecable e Inmarcesible.


— Y bien chiquitin hermoso, ¿qué te parece mi cuento de esta semana?

— ¿Eh?.. Uh..., esto....,  diría yo que la historia no está mal, los personajes entran y salen a tiempo, hay buen ritmo y quizás se pueda sacar alguna continuación de ello, eso si creo te equivocaste en algunas puntuaciones y olvidaste poner las tildes de algunos verbos en el pasado, quizás si no hubieras ..... bla bla bla

Mientras Juliancito entregaba su apreciación, Zaida ni lo estaba escuchando, porque ella seguía tocando absorta su instrumento musical, así que el chico, dejo las hojas de papel encima del viejo piano y se fue caminando hacia la puerta de salida, despacio, sin hacer ruido, y se marchó de aquel lugar.

Corrió y corrió como alma que lleva el diablo.

Tomo el autobús de regreso, se sentó en un puesto libre. Estaba algo alterado, pero sonrió, metió su mano en un bolsillo y saco la cajita con los personajes que aún quedaban vivos.

Y anuncio en tono solemne:

— Esta ofensa no quedará sin castigo.  Estimado Cíclope, prepare su nave Intergaláctica. Nos vamos a Saturno. Sacaremos a esa inmunda rata de la Madriguera que tiene en Mimas. Vengaremos a nuestros héroes caídos.

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Nicolás tenía el plan perfecto para asesinar a su víctima: Le habían pagado las altas jerarquías de una  misteriosa organización criminal para que eliminara para siempre a un joven recién graduado de la academia de policía.  Debía encargarse de una buena vez por todas del Cadete Anagnórisis Carbonell.

Se le había ocurrido que podía hacer la fatídica faena durante la Gran Parada Anual de Navidad. Iría disfrazado de Papá Noel. Cuando las Caravanas pasaran cerca de la Estación de Policía, se acercaría por la espalda del tal Carbonell y le dispararía justo en la columna vertebral una bala dum-dum envenenada. En medio de la confusión le sería fácil escapar entre los participantes del desfile, mientras huía se quitaría el disfraz de gordo rojo y quedaría vestido en un segundo disfraz de duende verde, que portaría por debajo del otro.  Todo estaba fríamente calculado. ¿Qué podría salir mal?. Incluso si no llegara a finiquitar su objetivo al menos lo dejaría parapléjico de por vida o en últimas con una herida mortal difícil de tratar aun por un equipo médico experto y competente en heridas de guerra.

Nicolás durmió bastante bien la noche anterior, tomo algunas pastillas de melatonina para conciliar el sueño  (la experiencia en trabajos anteriores le habían hecho caer en cuenta de ello). Se despertó de buen ánimo, eran las 9 am. Repaso mentalmente cada uno de los pasos de su plan de ataque, preparo los disfraces, el arma y algunos bocadillos para comer. Incluso tuvo tiempo para charlar vía WhatsApp con su esposa e hijos. Luego de peinarse, salió a cumplir con su destino. Las comparsas del desfile pasarían alrededor de las 12 meridiano por el frente de la Estación de Policía.

Camino al trabajo, en su lujoso vehículo sintonizo la radio y  se entretuvo escuchando la voz de la bella locutora del programa "Es cierto aunque parezca irreal". En la logia de asesinos se aseguraba que había una buena recompensa para "borrarla" de la existencia o enviarla al vacío. Supuso pues que el mismo con suerte podría hacerse cargo de ese contrato tan jugoso una vez terminara con el asunto del policía.

Estaba un poco nervioso y se le comprende: El uniforme de la Policía de Aragca es casi indistinguible del que alguna vez usaran los efectivos de la SS, en especial la replica de las botas claveteadas reforzadas con acero es bastante notorio en dicha indumentaria. Ese uniforme le da a cualquier loco que se lo ponga una apariencia terrorífica.



Para Carbonell el día del desfile representaba una jornada pesada, tendría que ayudar en las labores de logística, poniendo las vallas de metal para separar a la multitud de los participantes. Era ya el mediodía y tenía una vista envidiable del evento. Pegado a la valla podía ver como pasaban a escasos centímetros  las comparsas, caravanas y carrozas de fantasía. El desfile era muy placentero y el público asistente más bien era fácil de dirigir, se entretuvo viendo a una de esas personas que andan en zancos y que portan una cabeza gigante de felpa representando un venado con nariz roja.  El ambiente era tan alegre, colorido  y ruidoso, que por un instante se transportó a sus mejores épocas de la infancia. Cerro los ojos para incluso captar el olor de la escena.

Sin saber ni como ni porque, la gente que estaba cerca a Carbonell lo vieron girar rápidamente, sin previo aviso. El cadete había agarrado con fuerza la mano de alguien vestido como Papá Noel que sostenía un bastón de dulce bastante grande, con apariencia más bien metálica. El hombre vestido de Rojo parecía confundido, pero con un certero golpe de Taekwondo, con esas legendarias botas, Carbonell le metió el talón directo a la cabeza poniéndolo fuera de combate y ya cuando el sicario se precipitó al piso inconsciente fácilmente lo maniato con unas gruesas esposas de acero.

Los compañeros de Carbonell viendo el forcejeo acudieron a la velocidad del rayo, no obstante se dieron cuenta que la situación estaba bajo control.

Una de las patrulleras que  había acudido, de nombre Doris, le pregunto como se había dado cuenta de que algo andaba mal y el héroe le respondió con picardía:

"Por un detalle insignificante: A este miserable, no le huele la boca a Whisky".

Fue en ese momento en que otro de los patrulleros, de nombre Boris, con gesto grave le dijo: "Malas Noticias, Ada Esculi se encuentra gravemente herida, está en un hospital agonizando." 

Bastaron esas palabras para que Carbonell perdiera por algunos segundos el foco de la situación, tiempo suficiente para que el capturado comenzara a convulsionar. Lo único que observaron los 3 jóvenes policías fue que el tipo disfrazado de Papá Noel comenzó a expedir unas babas espumosas de color verde. En 15 segundos quedo muerto.

No vieron que al otro lado de la calzada a escasos metros de ellos, había una mujer disfrazada de Diabla, que discretamente activo un control remoto similar al encendido de un automóvil. La señal tenia como fin hacer explotar una muela falsa llena de cianuro en la boca de Nicolas. Artefacto y método que es característico de todos los miembros de un oscuro y supersecreto clan de asesinos.

Sin pensarlo dos veces Carbonell ese mismo día decidió emprender un largo y peligroso viaje de al menos 10 horas manejando en solitario hacia la infame ciudad de Puerto Industrial en donde su amada se debatía entre la vida y la muerte. La rabia e impotencia lo hacían transitar como un endemoniado.

Del asesino, nunca supieron quien era, ni como había hecho para suicidarse. Irónicamente en la lapida de la fosa común municipal en vez de escribir NN, le pusieron "San Nicolás". El equipo de forenses confisco la singular y sofisticada arma del bribón para analizarla, pero con el paso del tiempo esta también quedo en el olvido y se perdió (nunca nadie noto que una de las ancianas aseadoras de la Estación se la había llevado entre las faldas)

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