— Son malos tiempos lo que ocurren hoy en día — dijo el viejo herrero
— Los ejércitos de los portugueses del Brasil no cesan de atacar al sur, en pocos días más y los tendremos aquí — replico con aires de tristeza, el Panadero
— Se dice que al Norte el Rey está organizando un Torneo de Caballeros, héroes de gran renombre han sido convocados antes de ir a la batalla — acoto secamente la propietaria de la posada
— Mi padre fue escudero de un gran caballero, El Bullho de Myrnos, con suerte podré ir al torneo a ver si alguno de esos héroes requiere de mis servicios — interrumpió un joven apuesto y barbián.
A lo que el joven dijo esto, todos los que estaban allí presentes en la posada al unísono explotaron en risas, burlas y carcajadas.
— Para ir al norte se requieren 20 días a caballo, sin parar, para cuando llegues la guerra ya se estara perdida y los portugueses nos habrán exterminado a todos aquí — apunto una de las voces con bastante sorna e ironía.
— No iré por el camino principal, sino que atravesaré a pie por el bosque de Heterosis, un hombre fuerte y vigoroso tomando ese atajo puede llegar al Torneo en apenas 7 días.
Esta vez todos guardaron silencio, las personas más viejas comenzaron santiguarse y a invocar el favor de las ánimas benditas.
— En el Bosque de Heterosis habita un mal muy grande, NADIE que entre allí sale al otro lado — dijo el viejo herrero mirando un poco con ojos de piedad al apuesto muchacho.
— Es la única oportunidad que tenemos, traeré personalmente a los ejércitos del Rey para que nos defienda del enemigo que viene por el SUR — dijo con un tono de seguridad pasmosa el joven bribón.
— Te creo y apoyo, mi buen Agibílibus, es por eso que quiero darte este objeto que te servirá, es la Daga de San Gestas, hecha de dientes de unicornio, se usa para atraer ayuda en las situaciones menos esperadas — murmuró el herrero al muchacho y le entrego con disimulo un pequeño objeto que parecía una navaja desprovista de ornamentos, bastante ligera.
Le tomo un par de días para encontrar el Bosque de Heterosis, que ya a la distancia de varias leguas se veía como un lugar intimidante. La entrada era una cortina de árboles viejos y desconfiados, de esos que dejan caer ramas encima de la cabeza de cualquier caminante despistado. Pero con la valentía que da la ignorancia, el joven entro decidido a aquel paraje.
Camino por varias horas, adentrándose en las entrañas del bosque, hasta que se dio cuenta que estaba perdido, todos los lugares se parecían, no sabía si estaba yendo en círculos o en línea recta, hasta que de repente oyó unas voces.
En un claro estaban sentados alrededor de una fogata, un hombre bastante maduro, de vestidos finos y una dama con unos hábitos de monja de color rojo y dos caballos de pelo azabache, grandes como elefantes, pastando y que miraron con malicia al recién llegado.
Alegrado de ver almas cristianas, se acercó a ellos, diciendo con profunda reverencia:
— Un viajero agradece a la Providencia el haber encontrado tan grata presencia. Mi nombre es Agibílibus y me pongo de inmediato a su servicio.
— Bienvenido —replico el Caballero — Soy el Barón Atanagildo de Heterosis e Hidalgo de Valier, dueño de todas estas santas tierras y de toda alma viviente que camine por aquí.
— Y yo soy Peripeteia — interrumpió la bella dama
— Ella es mi criada y también la bailarina del castillo, estamos hoy aquí en el bosque buscando material para mi jardín, pues soy aficionado a cultivar flores de todas las especies.
— De seguro encontrarán bastantes flores salvajes por aquí — apunto Agibílibus
— En realidad estamos buscando algo que tenga mucho vigor — contesto la bailarina
— Se hace ya bastante tarde, es mejor que retornemos al castillo, la jornada ha sido buena y ya encontré lo que necesita mi jardín. Venga usted con nosotros joven amigo, pues estos parajes no suelen ser amables con los forasteros —apunto con sonrisa de tiburón hambriento, el Amo de aquellos dominios.
El Barón y Peripeteia montaron un caballo y dieron el otro para el joven aventurero, y en menos de lo que canta un gallo llegaron a un castillo aún más intimidante que el mismo bosque.
Venga usted conmigo, joven, quiero mostrarle mi jardín — prácticamente ordeno, sin perdida de tiempo, el misterioso Barón.
El jardín era un antiguo salón del castillo en donde los ornamentos habían sido sustituidos por una espesa capa de vegetación en donde se destacaban toda clase de flores de colores inimaginables. El Barón estuvo hablándole por un largo rato de términos botánicos y del poder de los híbridos al muchacho, pero todo lo que le decían le entraba por un oido y le salía por el otro, de vez en cuando escuchaba como el Barón entusiasmado decía: "Aquí hay una passiflora, y esta otra es una orquídea y más allá tengo lirios, tulipanes e iris, y a estas las bautice de tal y cual manera....bla, bla, bla."
Cuando el Barón noto que su “auditorio” estaba algo mareado, le dijo con tono fuerte: "Quiero mostrarte una zaida, es la flor más rara que poseo y la he bautizado: 'Todas Las Teorías Blasfemas', está por aquí en aquel pozo de agua pútrida". Cuando los dos se acercaron al horrendo hueco, el Barón intento empujar al muchacho.
¡Agibílibus, Cuidado! Grito fuertemente Peripeteia.
Alertado, el joven pudo esquivar al Barón, forcejearon un rato, y con la ayuda de la Daga de San Gestas, pudo enviar al profundo hueco al malvado Barón. Que al caer y quedar maltrecho, los gemidos de dolor despertaron a la zaida, la flor carnívora con nombre endiablado, la cual no dudo en devorar el regalo ofrecido.
—Tendremos que huir — indico con urgencia Peripeteia — conozco una salida secreta del castillo de modo que los guardias no nos verán.
El muchacho la siguió, salieron por una puertecilla que llevaba a un tunel que conectaba de nuevo con lo más espeso y oscuro del bosque.
Sin embargo el buen Agibílibus, JAMAS llego al torneo. Peripeteia era una version avanzada de una zaida, la flor más agresiva del Barón, que había sido bautizada como 'Originadora de Extasis' y también necesitaba con urgencia comer para mantenerse con forma humana.
FIN
La moraleja del cuento es que las damas, para cenar, prefieren a un joven vigoroso, aunque pobre y tosco, que a un viejo ricachón culto y refinado, porque los primeros son más sabrosos y tiernos.
Nos hemos unido al VadeReto PERDIDA, de Abril 2023
con tres palabras MAGICAS e inusuales: Heterosis, Agibílibus y Peripeteia
y al Tintero de oro Concurso de Cuentos de Hadas .
Nota: Los nombres de las flores han sido tomados directamente de la Biblioteca de Babel, del Gran Borges.
Nota2: Por razones de espacio no pude incluir la historia del Bullho de Myrnos..... tendre que escribirlo en una segunda parte.
Enlace directo al Museo de las Heterosis