Damas de la cancion

Una línea abandonada en este blog es relacionada con las "Damas de la Canción" en la que buscaba compartir música de mujeres cantantes que a mi criterio eran de importancia histórica y/o hacían un buen espectáculo.

Sin embargo, ahora encontré una mejor manera de compartir y fue creando una lista con al menos 350 canciones en inglés principalmente (tengo pensado hacer una lista similar con solo mujeres cantando en español), lo interesante es que efectivamente muchas canciones ya las había escuchado en el pasado o al menos recordaba de alguna manera el nombre de la intérprete.

El enlace es el siguiente.


https://youtube.com/playlist?list=PL5gh2DhtxdY-Su37buNZnKxkkq9wHnO6v&si=R28hvJ8-ynGoJXCg


Un par de ejemplos con "One way or another"

Y en otra version



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Anterior:

Likke Li and Robyn

Maria Franz

The 5,6,7,8

Rafaella Carra

Helenita Vargas

Björk

Sarita Montiel

Edit Piaf

Gigliola Cinquetti


Lista completa:

Ubervicaria

I. 

Unidad 731, Marte. 

La Ubervicaria de Colectiva Sororitas, Madame Ventalia de Escarmujo, se encontraba en una lujosa sala de espera. Estaba a punto de asistir a su audiencia con el Gran Concejo Editorial de Aragca. Sentía una mezcla de desdén y ansiedad, ya que debía presentarse ante "Los Once" para defender su caso.

Los Once eran diez delegados de diversas regiones del Imperio, con voz y voto. No obstante, los diez se subordinaban a la decisión final del Supremo Editor en caso de que alguna cuestión resultara especialmente complicada.

Cuando ingresó al Salón de Audiencias, le pareció un recinto bastante amplio. Los delegados estaban dispuestos en atrios elevados, cinco a la izquierda y cinco a la derecha.

La asistente de audiencias que la guiaba indicó a la Ubervicaria que se colocara en un pequeño cuadrado en el centro de la sala, equidistante de los atrios de los delegados. Frente a ella, observó un palco vacío ubicado varios metros por encima de toda la escena.

—Tiene usted la palabra, Ubervicaria —dijo uno de los delegados con un tono frío y carente de inflexión.

La Ubervicaria tuvo que aclararse la voz antes de hablar, ya que las circunstancias la hacían sentir como si estuviera compareciendo ante un tribunal acusador, lista para ser declarada culpable de un crimen atroz.

—Honorables miembros del Gran Concejo Editorial, comparezco ante ustedes porque vivimos tiempos muy inciertos que amenazan la estabilidad del Imperio. Si no se toman medidas urgentes y extremas, corremos el riesgo de desaparecer para siempre.

—El Imperio está en su mejor momento. Lo que dices es completamente ilógico —la interrumpió, visiblemente molesto, uno de los delegados.

—Es precisamente por eso que he solicitado esta audiencia. Si queremos preservar estos buenos tiempos, es necesario actuar de inmediato. Aunque hay prosperidad en todo el Imperio, también es cierto que el egoísmo ha comenzado a florecer en ciertos sectores. Una vez más, la sombra del crimen se cierne sobre nosotros.

—Ubervicaria, ahórrese los discursos. Indique claramente qué es lo que solicita de esta Asamblea.

—He venido a exigir justicia para una destacada miembro de Colectiva Sororitas.

— Colectiva Sororitas es una reliquia simbólica del pasado. Hoy en día no es más que una institución decorativa y obsoleta.

—Siempre que se descuida una institución como Colectiva Sororitas, el crimen se infiltra sutilmente en el Imperio.

—Ubervicaria, le recordamos ser explícita en su petición. Esta audiencia no puede prolongarse indefinidamente. ¿Qué desea? ¡Explíquese!

—Exijo justicia para Ada Escualor, una Hermana que fue asesinada en un callejón oscuro en circunstancias nunca aclaradas.

—Los eventos que menciona ocurrieron hace dos siglos, en un pasado remoto. Cualquier solicitud al respecto está fuera de nuestro alcance.

—Lo que pido es la resurrección de la Hermana Escualor. Nuestro mundo necesita una figura fuerte como ella para mantener el crimen bajo control.

—Lo que solicitas es absurdo e imposible. Desde que este Concejo existe, jamás se ha hecho una petición semejante.

—Me permito recordar al Gran Concejo que ha habido casos de resurrección en el pasado reciente, como el de Valeriano Sideral y Justicia Celeste, ambos paladines de renombre que aún sirven al Imperio. Todos saben que, si un personaje muere, siempre es posible resucitarlo, tal como ocurre en Aragca y otros lugares con villanos y héroes legendarios.

—La resurrección de esas personas fue una decisión directa de la corona. En el caso de Colectiva Sororitas, esta asamblea no encuentra motivos suficientes ni autoridad competente para resucitar a Escualor. Damos por concluida su audiencia, Ubervicaria Escarmujo.

—Un momento, no tan rápido, señores del Gran Concejo. Sabiendo que mi solicitud sería rechazada, recurro a esta asamblea como miembro de la casa Imperial. Todos saben que mi abuelo fue Virrey al servicio del Conde Valier.

—Esta asamblea no distingue entre un ciudadano común y uno con títulos nobiliarios. La dinastía Valier ya no existe, fue reemplazada por los Monteagudo, quienes a su vez fueron sustituidos por los Peñalumbría. Además, el título de Virrey no es hereditario ni de nobleza. Sin embargo, somos flexibles y justos, y en honor a su antepasado, esta asamblea convoca a sesión a "El Once", nuestra Suprema Editora.

En ese momento, sonó una fanfarria y, en el palco desocupado, apareció un grupo de porteadores ricamente ataviados, que transportaban en una litera romana una especie de sarcófago sofisticado. Detrás de ellos, caminaba una muchacha rubia vestida de manera sencilla.

—¡Todos de pie. Su señoría, la Suprema Editora del Imperio de Aragca! —anunció solemnemente uno de los delegados.

—Como es costumbre desde hace varias décadas, la Suprema Editora reposa en su sarcófago. Sin embargo, tenemos una intérprete que se encarga de la comunicación entre ella y esta honorable corte.

En ese momento, la joven rubia se adelantó y comenzó a torcer los ojos y hacer gestos como una médium invocando espíritus. Habló con una voz que sonaba como la de una hechicera anciana, lo cual incomodó tanto a los delegados como a la Ubervicaria.

—Conocí personalmente a Ada —empezó a decir la voz a través de la joven—. No puedo decir que fuéramos amigas íntimas, pero siempre la admiré. Me conmovió saber de su deceso, un evento que nunca se resolvió. Sin embargo, eso no justifica que podamos resucitarla. Tengo aquí el contrato que ella misma firmó, en el cual expresa su deseo de no ser resucitada bajo ninguna circunstancia. Debemos respetar su voluntad. ¡Es la Ley!.

Volvió a sonar la fanfarria y todo el cortejo se retiró tan rápidamente como había aparecido.

—¡La Editora Suprema ha hablado! —anunció uno de los delegados.

—¡La Editora Suprema ha hablado! —respondieron al unísono los demás, como si se tratara de una letanía.

—Ubervicaria, nieta del Virrey Valier. Su solicitud ha sido denegada.

Dicho esto, los delegados comenzaron a retirarse, dejando a Madame Ventalia de Escarmujo completamente sola. Ella también se dispuso a abandonar el salón, roja de furia.

II.

De vuelta en la Tierra, en el Castillo de la Colectiva Sororitas, en una de las cámaras secretas, la Ubervicaria habla en voz baja con una mujer misteriosa.

—¿Crees que El Concejo se tragó toda esa parodia de la resurrección?

—No lo sé, Hermana, pero de todos modos es irrelevante. Hemos confirmado nuestras sospechas.

—¿Detectaste su punto débil?

—Pudimos acercarnos lo suficiente a la Chica Rubia. Yo llevaba un disruptor de alta frecuencia, que operado a corta distancia, como en el Salón de Audiencias, me permitió notar una breve interrupción, apenas perceptible a simple vista.

—¿Entonces la rubia es un holograma, como habíamos predicho?

—Exactamente, no hay espacio para más dudas.

—Debemos separarla del sarcófago si queremos tener éxito.

—Por favor, procede con la siguiente fase del plan. Pero recuerda que, en el pasado, ideas similares costaron la vida a varias Hermanas, algunas de ellas extremadamente hábiles en su oficio.

—Tendré el mayor cuidado, Hermana Ubervicaria.

Xilotismo

—¿Es esta la tumba del abuelo? —preguntó bastante conmovida Helena.

—Sin lugar a dudas, esta es. La única con lápida de madera, tallada como un caballo. El abuelo fue un xilotista, "el amante de la madera" como él mismo se denominaba —respondió Rubén con cierta tristeza.

—Mamá nunca mencionó eso. La tumba se ve abandonada, completamente descuidada.

—Sus hijos, es decir, mamá y los tíos, parece que no lo querían mucho. Nosotros estábamos muy pequeños y no nos dábamos cuenta de ello.

—¿Qué ocurrió? ¿Qué hizo de malo el abuelo?

—El abuelo fue un jugador de ajedrez.

—¿Algo así como un campeón nacional? ¿Quizás un maestro?

—No, nada como eso. Era un simple jugador de club; sin duda tenía talento, pero también poco control de sus aficiones.

—Todo esto me es desconocido. ¿Qué tiene que ver eso con el aspecto de la tumba?

—Sus hijos lo odiaban porque, una vez que salía del trabajo, se iba al club y volvía tarde; solía apostar dinero. Muchas veces ganaba, y al volver a casa mostraba los fajos de billetes. Quizás por eso la abuela lo toleraba un poco.

—No recuerdo que mamá mencionara haber vivido en un ambiente de riquezas.

—Precisamente. El abuelo no siempre ganaba; también perdía, y mucho. En una de esas noches de juego y vicio apostó la casa... y la perdió. Debido a ello, la familia cayó en desgracia, en pobreza. Al poco tiempo, la abuela se separó de él. El hombre se sumió en la desesperación; ya de viejo y retirado, permanecía en el club, jugando y fumando, hasta que murió encima del tablero en donde llevaba una partida sin importancia.

—Ummm —musitó suavemente Helena—. Tienes razón, he escuchado que el ajedrez ha arruinado vidas y hasta familias enteras.

—Quizás —murmuró Rubén—, a veces nuestros verdaderos amores no son personas, sino obsesiones que nos consumen... y nos dejan solos.

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Este relato fue escrito para participar en el Reto de los Jueves, cuyo tema es el Ajedrez, en una convocatoria realizada por el blog "Hacia el último escalón de la magia" de Mari.

Herencia Familiar

Don Severo, el contable de la empresa,

para este fin de semana ha decidido

ir al campo a visitar la finca de su hermano Cándido;

y que también es su finca

que heredaron varios hermanos

de los padres.


Pero Cándido les ha comprado

su parte a todos los demás

excepto por la de Don Severo.


Ya han pasado quince años sin verse

ni dirigirse la palabra,

no porque estuvieran bravos,

sino porque no tenían

nada para decirse.


Cuando por fin llegó,

su hermano le dijo que de los tres

terneros que habían nacido,

uno se había muerto, precisamente

el que había parido la vaca de Don Severo.


La casa de Cándido

era nueva y muy hermosa,

con todos los servicios:

agua, luz, teléfono, alcantarillado,

internet y salida a la carretera.


Rodeada de jardines bellos

y era el centro de las tierras más fértiles

de la región.


Laguna y quebrada le añadían un

toque paradisiaco a su propiedad.


Mucho caudal había amasado

con la crianza de pollos, vacas y alevines,

y el cultivo de cafetales

y muchos árboles frutales.


Cándido le mostró la parte que le había

tocado de finca a Don Severo:

era la parcela enmontada.


No tenía casa, salvo por

una vieja cabañuela que sus

padres habían usado para

establo décadas atrás.


Mas ahora estaba derruida,

con las paredes podridas y sin tejado.

Era la parcela que no tenía acceso

ni a la carretera,

ni a la quebrada ni a la laguna,

siendo los linderos más secos y estériles

de toda la nación.


No tenía árboles frutales,

salvo unos de hojas rojas muy feas,

de la famosa variedad

'Ailanthus altissima' o 'Árbol del cielo'

de madera maloliente,

y que eran el lugar propicio

para llenarse de endriagos y vestiglos.


Y la red de los servicios públicos

no alcanzaba

hasta aquel paraje tan hostil.


La única ventaja era que por allí

pasaba el sitio del derecho de servidumbre,

aunque el camino medio trocha

 solo lo transitaba Doña Raquel,

la anciana que cada noche tomaba por letrina

la parcelita de Don Severo.


Al ver la pena y la desventura

en el rostro de Don Severo,

Cándido le propuso que vendiera

el pedazo de monte.


Que, de pronto, 

la Elpidia o él Virgilio 

estarían interesados en comprarle,

solo era cuestión de preguntarles.


Pero estos mandaron a decir

que ni regaladas recibían las tierras,

y con razón, pues esas eran puro encarte

en donde nada se podía cultivar

y en donde no era sano

para el bolsillo construir.


Además, se sabía que nadie

había pagado el impuesto predial

y que el Alcalde quería

expropiar ese pedazo

por no estar desarrollado.


Don Severo hizo lo mejor

que sabía hacer:

tomó el primer tren

que lo regresó a la ciudad.


Suficiente ya había tenido

de tanta exposición

a lo natural.


Este texto ha sido escrito para participar en la convocatoria de El Tintero de Oro de octubre de 2024, cuyo tema es El Campo, en homenaje a Miguel Delibes

La esfera

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Este relato participa en la convocatoria del blog Alianzara de Cristina Rubio, el reto de este mes consiste en escribir un relato inspirado en un título de un libro o película. "La Esfera" es una novela de ciencia ficción escrita por Michael Crichton en 1987 y de la cual también se hizo una producción holliwoodense en 1998, contando en el reparto a Dustin Hoffman y Sharon Stone.

Ver los detalles de la convocatoria y otras participaciones siguiendo este enlace




Bitácora de Navegación, fecha espacial U-731. Por orden del alto almirantazgo nos encontramos en misión exploratoria en las fronteras del sector Épsilon. Una región inexplorada de la galaxia situada entre los límites del llamado 'Colectivo Dominante' del cuadrante Delta y los Borgias del cuadrante Gamma, ninguna de esas supercivilizaciones se atreven a navegar cerca de ese sector, lo evitan a toda costa. — Informe, Líder de Asalto Rico. — Kapitän, hemos detectado una extraña distorsión energética enfrente de nosotros. — Magnifique la pantalla. — Kapitän, Parece una especie de esfera de energía, nuestros sensores no pueden hacer una evaluación completa del objeto — indicó en tono frío, el androide de abordo, el Señor Bytes — la computadora no registra señales de vida orgánica. — Kapitän — detecto una conciencia dentro de esa esfera — informó la Canciller Troya mientras hacia profundos gestos de dolor. — Jefe de Seguridad Macha Hernandez, abra todas las frecuencias — ordenó con voz de mando el Kapitän. — Frecuencias abiertas, Señor. — Soy el Kapitän Picardo de la nave SMS Bismarck, de la Alianza Planetaria. ¡Identifíquese! — Señor, no hay ninguna respuesta proveniente de la esfera — asevero en un tono sin inflexiones emocionales el Señor Bytes.

— Señor, recomiendo disparar los torpedos fotón— gritó Macha angustiada, pero Picardo ignoro por completo el sabio consejo.

— Líder de Asalto, Rico, prepare la cámara transportadora, iremos en misión de reconocimiento, La Doctora Amores, El jefe de Mecánicos Forjas, El Comandante Bytes, Macha y yo mismo. Queda usted al mando de la Bismarck. En el cámara de transportes el Comandante Lobros, el único tripulante no humano de abordo, vio como se desvanecía el grupo de exploradores rumbo hacia la misteriosa anomalía espacial. En menos de un segundo los cinco tripulantes se encontraron en el interior de la Esfera, rápidamente cada uno de ellos saco por precaución su arma láser y otros aparatos para hacer análisis. — Kapitän, no detectamos ningún tipo de cuarto o cámara, esta nave no tiene puente de mando, ni recámaras para tripulación, no hay nada identificable, excepto por un extraña cápsula que recuerda un sarcófago lo suficientemente grande como para acomodar una persona. En ese momento todos oyeron un sonido suave muy parecido a las notas altas de una música producido por un instrumento de cuerdas. — Kapitän, hemos perdido todo contacto con la Bismarck, probablemente se deba a una distorsión energética que la esfera provoca — indico Forjas en tono muy preocupado. — Señor Forjas y Macha, la respuesta debe estar en esa cápsula, quiero un análisis exhaustivo del objeto. — Señor veo una serie de ranuras a lo largo de la cápsula y una anotación en un lenguaje desconocido:
Μίμας
— Procedan a abrir la cápsula — ordeno secamente el Kapitän. — Yo no me atrevería a hacer eso — dijo una voz femenina desconocida. El equipo de exploradores miro hacia el lugar de donde provenía la voz, en frente de ellos estaba una hermosa joven de cabellos rubios de quizás 15 o 16 años de edad, vestía un atuendo apretado de látex blanco muy similar a un uniforme militar de enfermería y se encontraba parada detrás de algo que parecía una especie de piano antiguo. — Soy el Kapitän ... — Picardo de la nave SMS Bismarck, de la Alianza Planetaria. — termino de completar la frase en cierto tono irónico y sarcástico la joven rubia. Al ver que el Kapitän vacilaba, continuó: — En lo que a mí respecta no recuerdo haber invitado a nadie a entrar a mi “Transporte”, por favor retírense, vuelvan a su nave o mejor aún vuelvan a su planeta. — Somos exploradores del espacio profundo, venimos en misión de paz — respondió Picardo en tono defensivo. — Quienes son y que propósitos tienen ustedes son absolutamente irrelevantes para mí — contesto con cara de aburrimiento la joven dama, mientras comenzó a tocar una suave melodía en el piano. — Merecemos una explicación, ¿por qué nos ha cortado la comunicación con nuestra nave?, obviamente retenernos aquí es un acto hostil — replicó Picardo con gesto de enojo. — Vuelvo y repito, a nadie en sus cinco sentidos en esta galaxia o en cualquier otra se le ocurriría abordar ilegalmente una burbuja hiperespacial. — Señor Bytes — dijo el Kapitän como pidiendo corroboración de lo dicho. — Es cierto Señor, teóricamente es posible elaborar una burbuja con tejido del hiperespacio para navegar dentro del espacio normal, mediante ello es posible desplazarse casi que instantáneamente a cualquier punto del universo conocido. — Esa es una tecnología impensable, ni siquiera la Alianza Planetaria podría construir ese tipo de transportación. — Es fácil para una civilización tipo IV — susurro la rubia. — No existe ningún tipo de civilización como esa en la Vía Láctea —concluyo lacónicamente el Kapitän. — Quizás aquí no, pero en la vecina Andrómeda existió una como esa — replico la rubia con el tono que usaría una maestra con un alumno poco colaborativo. — Dejémonos de juegos, díganos ¿quién es usted?, ¿a qué civilización pertenece?, ¿cuáles son sus propósitos?, ¿por qué nos retiene en su nave? — farfullo el Kapitän completamente fuera de sí. — Vayámonos calmando Kapitäncito, no sé porque cree usted que tengo que responderle preguntas, a saber usted solo es un tripulante de una nave metálica, usted no es Príncipe, ni Rey para dirigirse a mí en ese tonito tan irrespetuoso. — Muy bien, obviamente estamos atrapados en su esfera contra nuestra voluntad, pero al menos podría tener la cortesía de darnos alguna información. — Que no se diga que soy irracional y descortés aún con visitantes inesperados, le contesto a sus impertinentes cuestionamientos: Uno, no pertenezco a ninguna civilización, que yo sepa soy yo sola. Dos, pueden dirigirse a mí como señorita "Holograma de navegación". Tres, mi propósito es simplemente facilitar el traslado de mi pasajera, la anciana que está en hibernación en la cápsula que ustedes abusivamente querían abrir; y cuatro: esta no es mi nave, es tan solo un servicio de transporte alquilado a la Unión Comercial del Espacio Intergaláctico. — Señor Forja — volvió a indicar Picardo con suspicacia como desconfiando de lo que acababa de oír. — Es completamente cierto señor, mi visor indica que es un holograma muy similar a los de nuestra holocubierta. — Kapitän, ¿podría usted dejar de preguntarle a su tripulación que confirme cada cosa que yo indico?, es muy grosero de su parte, no tengo porque engañarlo o darle falsas pistas de lo que aquí ocurre. — Señorita Holograma comprenderá usted que en el espacio ocurren demasiadas situaciones absurdas y por ello el protocolo obliga a extremada cautela. — Entiendo, entonces me encuentro en la obligación de decirle que ya he llegado al fin de mi itinerario, en unos pocos instantes la esfera habrá cumplido su misión de transportar a la dama a destino, ¡justo a tiempo! — dijo eso mientras daba otros suaves acordes al teclado. — Kapitän — dijo en tono susurrante el Señor Bytes, — parece ser que el Holograma controla la esfera mediante el piano, como si fuera una especie de consola de mando. — Comprendo, intenten entre todos tomar el control del dichoso piano —replico en tono susurrante el Kapitän. — Espere un segundo Kapitän —dijo el Holograma que se había dado cuenta de las intensiones de los intrusos — le tengo una buena noticia, ya estamos en la Tierra. Los he traído a casa. — Imposible — exclamó Picardo — el sector épsilon está a más de cien mil años luz de distancia, tomaría al menos 12.000 años a la Bismarck a Warp 9 para hacer ese viaje, sin usar los agujeros de gusano que hay en varios puntos de la galaxia. — Señor es cierto, de acuerdo a mis cálculos una esfera hiperespacial podría hacer ese recorrido en algunos minutos, pero tendría que utilizar una energía similar a la de una supernova — informó Bytes. — Que es lo que efectivamente ocurrió: Cuando ustedes ingresaron a mi Transporte, por casualidad estaba yo a punto de iniciar mi viaje, supongo que la energía del arranque habrá volatilizado a la Bismarck como consecuencia colateral. Sorry queridos. — ¿Qué? — dijo el Kapitän — disparen al mismo tiempo a la consola de mandos de ese maligno Holograma. — ¡Ah Kapitän!, qué aburrido es usted, nunca toma las decisiones correctas, pero ahora le daré las malas noticias, recuerde que le dije que estamos en la Tierra, pero lo más interesante no es el lugar, sino el “Cuando”. — ¿Cuándo? — repitió el Kapitän con aire de duda. — Hemos retrocedido cerca de 800 años en el pasado, para ser exactos hoy debe ser 4 de Julio de 1776, y lo malo de todo ello es que para entidades biológicas a bordo de esferas hiperespaciales, si quieren sobrevivir a un viajecito como el que hemos hecho, requieren estar dentro de una cápsula similar a la de la pasajera a la que ustedes intentaron molestar. Y ante todo, el piano no es una consola de mando, es un tan solo un clavicémbalo común y corriente. El Kapitän iba a decir algo más, pero sin poder evitarlo su cuerpo y el de toda su tripulación se comenzó a esfumar. Mientras, la rubia que daba algunos toques a su teclado, vió como la esfera se abría y dejaba ver el bello paisaje del desierto de Aragca.



Cierre

¿Qué te inspiró a elegir ese título?

Crichton es un buen escritor, siempre recordaré una frase del libro en el cual describe a una tripulante del barco como "una de esas mujeres que pareciera no tener parpados como si tuviera ojos de serpiente " y luego ya en libro no se refiere a ella por el nombre sino por el apodo de "ojos de serpiente", como convirtiendo al lector en una especie de cómplice.


¿Cómo te ayudó a la hora de escribir?

La Rubia con el clavicémbalo, es un personaje que utilizo bastante en mis relatos cuando deseo hacer ciencia ficción, su nombre es Zaida, pero aquí me refiero a ella sin usar el nombre.

Viaje a Simula IV

Como era costumbre, el cortejo que transportaba en una de esas literas romanas a la "Suprema Editora", en las calles trazadas sobr...