El botón botón

— Mi teoría es que es casi seguro que somos personajes de un blog.

— Entonces no es una teoría, como si fuera un hecho comprobado por la ciencia; más bien, tu corazonada es lo que se conoce como una hipótesis.

— La terminología es lo de menos, el resultado, a la postre, será el mismo y a la vez inmutable.

— Sí, pero algo de precisión en el lenguaje ayuda a entender mejor la situación, ¿no lo crees?

— Ya te dije que, preciso o impreciso, lo que te digo es absolutamente incambiable.

— ¿De cuál blog dices?

— No importa de cuál.

— ¿Lo ves? Hablas de un modo muy impreciso; así cualquiera acierta si das tanto margen de error.

— No me estás entendiendo. Te quieres perder en detalles que son básicamente minucia irrelevante; lo que quiero es que veas el gran cuadro.

— De la vaguedad que utilizas, podrías decir que somos bacterias de Sirio o ángeles, y si te pregunto específicamente algo, me contestarías que no me preocupe por nimiedades, o que capte el fondo y no la forma. Ya conozco tus trucos dialécticos.

— Sé que comprendes las consecuencias de lo que he dicho, de mi teoría, pero no quieres asumirlas.

— Si fuéramos personajes de un blog, significa que forzosamente somos una versión de un texto ... quizás la más corregida de todas las posibles.

— Lo cual indica que este diálogo pudo haber ido de modos distintos, en donde ciertas ideas se descartaron y otras fueron borradas y reescritas, como una especie de darwinismo en letras.

— Lo único que entiendo es que te complaces en tener esa clase de ideas ultramísticas que no llevan a ninguna parte.

— No es mística, ni metafísica, ni esoterismo. Puedo probar fácilmente lo que te estoy diciendo.

— ¿Ah, sí? ¿Cómo va eso?

— Es sencillo de demostrar.

— ¿Qué tengo que hacer?

— Jugar un juego.

— Trato hecho. ¿Cuáles son las reglas?

— Se llama el juego del botón, botón.

— Sí me acuerdo, es el de preguntas y respuestas.

— Ese mismo, precisamente.

— Ok, dale, estoy lista para lo que venga.

— ¿Cuántas personas estamos aquí?

— Dos: tú y yo.

— ERROR. Erróneamente crees que existes, pero aquí debe haber una sola persona, y no es ninguno de nosotros.

— Pfff, creo que estás delirando. Obviamente estoy aquí, a tu lado, jugando este juego ridículo. ¿Cómo puedes negarlo?

— Ese es el punto: he llegado a la conclusión de que somos seres ilusorios. No tenemos ningún tipo de existencia real.

— ¿Lo ves? Te pusiste místico.

— Es que no lo has entendido. Tú y yo no existimos: en realidad solo representamos dos estilos de conceptos en contrapunto, a manera de diálogo en un blog.

— Dale con lo del blog... ¿Sabes? Lo que dices es entretenido, pero olvidas que, si fuéramos seres ilusorios, pues de ningún modo podríamos estar llevando entre nosotros esta conversación coherente. ¡Claro que existimos! Tenemos piernas, ojos, cerebro, pasado y presente. Aquí no hay ninguna ilusión.

— ¿De verdad crees que tener piernas y ojos prueba algo? Lo que ocurre es que te están poniendo esas ideas para que creas que es de ese modo.

— ¿Como una memoria implantada?

— Algo parecido. Más bien hacen creer que tienes una memoria implantada, pero no es así: tan solo tienes líneas de diálogo que decir, eso es todo.

— Como siempre, a tus dudas filosóficas solo les falta meterle el Monte Everest y semillas de ayahuasca para hacerlas más creíbles y amenas.

— ¿Y aquí asumes que tengo que decir forzosamente algo ingenioso o que le dé sentido a toda esta conversación?

— Supongo que no, ya que en los blogs “algo” fuera de lo común debe pasar: algo así como que somos extraterrestres, o ya estamos muertos, o uno de los dos es imaginario y el otro no... cosas de ese estilo. Pero ya te lo digo: somos personas reales, comunes y corrientes. Nada extraordinario va a ocurrir.

— Eso es lo que tú crees, o mejor aún, eso es lo que te hacen expresar.

— Eres incorregible, pero bueno, me has hecho reflexionar un par de cosas. De todas formas, vamos a tener que continuar esto en otro momento: tengo una cita importante. ¿Seguimos esto otro día?

— No hay problema. Solo quiero dejarte una última pregunta para que reflexiones en lo que hemos dicho.

— Ok, dime.

— ¿Cuál es tu nombre?

— Mi nombre es Cuarta Pared.

— Es broma  ¿no?

— Por supuesto querido, nadie se llama de ese modo.

Comments

  1. Hay alguna que otra falacia, como usar como un argumento la hipótesis a demostrar.
    ¿El comentar en un blog es prueba suficiente de no ser personaje de otro?
    Saludos.

    ReplyDelete
  2. Es todo hipótesis y todo argumento, es charla y es pensamiento. Parece que esas semillas que dice por ahí le cayeron con efecto adverso. Aunque disfruté por un momento de creerme un personaje de blog, me sentí importante, protagonista y con la fortaleza para producir alguna reacción.
    Chau Cuarta Pared, nos vemos al rato!

    ReplyDelete
  3. Me gusto el relato. Te mando un beso.

    ReplyDelete
  4. Pienso que ellos viven en la realidad que da el contexto del relato, allí son plenos, lo más grave es que se puede escribir un cuento basado en una persona real y al revés, alguien de la literatura puede convertirse en algo palpable. Ya otra cosa es que el personaje caiga en cuenta que es un personaje y comience a reflexionar sobre esa situación tan particular.

    ReplyDelete
  5. En el blog de Toro Salvaje somos muchos personajes.
    No sé cuál fue el primero.
    No sé si alguno vivió de verdad...

    ReplyDelete
  6. Los personajes de un blog no existen, mientras que los personajes de la vida real dejamos de existir un día u otro. Todo bien.

    ReplyDelete

Post a Comment